Algunos cromos parecían confiscados. Eran tan difíciles de encontrar que posiblemente no existieran. Otros se presentaban retocados, con los colores de su nueva indumentaria pintados sobre el original: una suerte de “último fichaje” a la carrera. Podían haber pasado días desde el cambio de elástica, pero aquello no dejaba de ser una faena, puesto que quedaba lejos todavía la irrupción de las nuevas tecnologías.
Entonces, no siempre ganaban los mismos. Los partidos se escuchaban por la radio de forma conjunta y para las siete de la tarde del domingo la quiniela estaba completa. La Liga podía terminar en abril, y ganar la Copa de la UEFA era casi más difícil que levantar la Copa de Europa. Todo así de simple.
Había largas colas a las puertas de los campos para ver de cerca a aquellos tipos que salían del álbum por unas horas para ejercer el oficio de futbolista. Los ochenta fueron años especialmente prolíficos en guardametas y centrocampistas de postín. La mirada sobre la colección de futbolistas pasaba de soslayo por la línea impar, fijando la vista en la línea de medios: el espejo del fútbol.
Verano de 2014. La cosecha de “últimos fichajes” es como la fiebre del oro. La mayoría escarba día y noche buscando una oportunidad imposible: la solución de emergencia en medio de medidas restrictivas. Ya lo decía Víctor Fernández, entrenador del Deportivo: “… sólo deseo que termine cuanto antes esta tortura…”. El álbum de cromos definitivo nada tiene que ver con el de la víspera del cierre del mercado. Histeria colectiva.
Lo curioso del asunto es que antes la colección de cromos desprendía un criterio muy bien definido. Las formaciones guardaban relación hasta en el número de efectivos por línea. Eran futbolistas reconocibles por su larga trayectoria en los equipos, había canteranos, algún fichaje contado, y un par de foráneos, atendiendo a la normativa vigente.
El álbum muestra ahora un desequilibrio considerable. Según por dónde lo abras, te puede deslumbrar el catálogo de estrellas; te puedes congratular por la cantidad de canteranos que emergen en la máxima categoría, o por el gran número de futbolistas que promocionan de la categoría de plata.
Sorprende, a efectos de criterio futbolístico, la no presencia de Xabi Alonso en la nueva colección de la Liga, el engarce perfecto para jugar y equilibrar una vanguardia desmedida. El gol es un proceso, pero es más efectista comprar la estampa: James, Chicharito, y demás. Mientras, Guardiola se congratula de recibir al futbolista que va a dar empaque al álbum de la Bundesliga.
Nada nuevo lo del Madrid, en las alturas. El Manchester United parece seguir su estela de fichajes. Con una zanja en mediocampo, fichan de urgencia a Radamel Falcao. Ahora lo de jugar parece cosa del Chelsea. Cromos y criterios como los colores…
Naxari Altuna (periodista) @naxaltuna