Quizá a estas horas, cuando las palabras tomen acomodo, la Real tenga ya nuevo entrenador en la figura de Philippe Montanier. Un técnico francés, con una interesante progresión, muy considerado en el fútbol galo. Es el entrenador que quiere la Real, después de haber intentado fichar a Marcelo Bielsa. Pero Montanier no estaba solo en la lista de pretendientes. El club también había hablado con otros dos técnicos franceses: Paul Le Guen y Elie Baup. Ambos, con Marcelo Bielsa, tienen una cosa en común: son agentes libres. No tienen contrato con ninguna otra institución, por lo que disfrutan de total libertad para negociar su futuro sin rendir cuentas a nadie. No es el caso de Philippe Montanier. El técnico normando pertenece a la disciplina del Valenciennes, club de la L1, con el cuál tiene contrato hasta 2012. La situación es clara: la Real ha elegido a su entrenador para la próxima temporada, Philippe Montanier, pero no lo puede fichar hasta que llegue a un acuerdo con su actual equipo, el Valenciennes; y hasta que eso no ocurra el club txuri urdin no podrá formalizar la contratación de su nuevo técnico.
La pregunta es obvia: ¿Hacían falta estas alforjas para tal viaje? Aquí se suman complicaciones y subyace una falta de consideración preocupante. Por parte de Philippe Montanier, primero, con respecto al equipo que le ha pagado durante las dos últimas temporadas; y también por parte de la Real, ya que fue a negociar con un técnico que tiene contrato en vigor tres días antes de jugarse la vida, deportivamente hablando, con su equipo.
El presidente del Valenciennes, Francis Decourrière, acepta la marcha de su entrenador, y sólo pide a la Real que le abone, en concepto de traspaso, el sueldo del año que le queda al entrenador. Vienen a ser unos 500.000 euros. ¿Está la Real dispuesta a pagar traspaso por un entrenador, cuando anda midiendo hasta el último céntimo a la hora de fichar jugadores? Hay que recordar que no hace mucho el club se encontraba inmerso en la Ley Concursal. ¿Qué pensarán los acreedores?
En la demora del fichaje, quizá la Real haya emplazado a Philippe Montanier a que intente convencer a su presidente para liberarle de forma gratuita; o que, incluso, el propio entrenador se haga cargo del traspaso. Es un escenario desconocido hasta la fecha en el club txuri urdin, e inaudito habría que añadir. Creo, sinceramente, que el club del norte de Francia se ha portado de forma caballerosa con su entrenador y la propia Real, porque su presidente asume que cuando un entrenador o jugador no quiere estar en un sitio lo mejor es resolver la situación de la mejor manera posible para las dos partes. Si despidiera a Philippe Montanier en la decimosexta jornada de la siguiente temporada, por poner un ejemplo gráfico, el técnico exigiría cobrar la integridad de su ficha. Con lo cuál, el presidente Francis Decourrière obra de la misma manera. Sin ningún tipo de rencor ni acritud, a pesar de saber (extremo desvelado por el diario L’Equipe) que el pasado jueves su entrenador se reunió con el presidente y el Director deportivo de la Real en París de forma sigilosa, cuando el domingo el Valenciennes se jugaba su continuidad en la L1. Cosa, que por cierto, consiguió al derrotar por 2-1 al Niza en su estadio.
Al finalizar el partido, Philippe Montanier ofreció una breve conferencia de prensa, y después se recluyó en el vestuario. Les dijo a sus jugadores y cuerpo técnico que tenía una oferta para entrenar en la Liga española. Suspendió el encuentro que tenía previsto con sus futbolistas al día siguiente, para reunirse con el presidente. Éste, entre sorprendido y decepcionado, asumió la salida de un entrenador íntimamente ligado a su proyecto, con la inauguración del nuevo estadio para finales del mes de julio como piedra angular. Todo resulta truculento y preocupante.
El fondo de la cuestión es que la Real busca el enésimo cambio de rumbo. Con la cantera siempre como elemento vertebrador, el estilo de juego (desconozco si alcanzaría al sistema formativo) variará de forma ostensible con respecto a lo que se ha venido viendo en las últimas dos temporadas. El ideario futbolístico de Lasarte nada tenía que ver con los postulados de Lillo. Los métodos y el estilo del tolosarra tampoco guardaba ninguna relación con lo que venía haciendo Coleman, y así hasta tiempos inmemoriales. Lo esencial es que el club tenga una idea propia y aglutinar sensibilidades en torno a ella. Los bandazos son incesantes y desconcertantes.
Sobró la rueda de prensa del Director deportivo del club, Loren, al adelantar el balance del club un día antes en la tribuna del diario más influyente de la provincia. ¡Vaya papelón el de Loren, dejando a Lasarte al pie de los caballos!
¿Y si lo que hizo Montanier a espaldas de su club lo hubiera hecho un entrenador perteneciente a la Real? El personal se rasgaría las vestiduras. Comenzando por el entorno que tanto influye en el club. Cuando los impulsos marcan el camino, es inevitable que, al poco tiempo, llegue otro bandazo. El enésimo.
Naxari Altuna (periodista)