Philippe Montanier, finalmente, entrenará a la Real después de un proceso de negociación controvertido. Ha firmado para las dos próximas temporadas con el club txuri-urdin. Sería bueno que durara más tiempo, porque la apuesta por el técnico normando no puede estar supeditada única y exclusivamente a los resultados. Es el mejor camino para implantar una idea de juego atractiva e interesante que aglutine todas las sensibilidades. Raynald Denoueix cumplía ese perfil cuando vino, pero duró lo que duró. Un hombre cuya aportación al Nantes, una de las escuelas con mayor pedigrí en el mundo del fútbol, resultó ejemplar y exitosa. Hoy en día, desgraciadamente, el Nantes malvive en Segunda división por mor de los númerosos errores que ha cometido desde que despidiera a Raynald Denoueix después de conquistar su última Liga.
Son las contradicciones del fútbol. El Nantes no vive sus mejores días, pero los conceptos que sembró en los albores de los 60 José Arribas han florecido y son inmortales, con matices de diversos colores. Jean-Claude Suaudeau, Raynald Denoueix y Robert Budzinsky recogieron el testigo de José Arribas, un bilbaíno exiliado en Francia con su familia por la guerra civil. El centro de formación del Nantes, La Jonelière, ahora se llama José Arribas, en homenaje al máximo exponente del espíritu colectivo y juego dinámico. Es el precursor del célebre jeu à la nantaise: fútbol de bloque, solidario, tejido a base de pases y técnica en movimiento.
Philippe Montanier no creció en la cantera del Nantes. Pero militó durante una temporada en el equipo de la ribera del Erdre. Vivió el día a día de la mejor escuela de Francia y, con matices, intenta imprimir sus conceptos básicos allí donde va. El balón es referencia innegociable. En siete años como primer entrenador no ha dejado de crecer con un criterio de juego claro y definido. Tiene el norte marcado en la frente: Boulogne y Valenciennes son sus experiencias en solitario. Una cadena de ascensos fulgurantes con el primero y consolidación en Primera con el segundo. Los más osados se acuerdan del Barça cuando ven jugar a su equipo. Lo que subyace es el buen gusto por el futbol y los conceptos básicos, en forma de sacrificio por el compañero, movilidad permanente y juego colectivo. Cualquier otra comparación con el Barça es una quimera.
Un buen ejemplo para ilustrar el juego que intentará implantar en la Real es el Lille de su buen amigo Rudi García (campeón de Liga y Copa). Ambos fueron compañeros en el Caen. Philippe Montanier fue un buen cancerbero en los 90. Desde entonces han compartido sensibilidad futbolística, y ambos beben de diversos manantiales. No son del todo iguales, los matices marcan la personalidad de cada uno, pero básicamente comparten los conceptos del futbol colectivo. Una línea de cuatro zagueros, un medio centro defensivo como guardián, dos interiores dinámicos que den continuidad al juego, otros dos abiertos y un punta de referencia. Todo esto lo hacen posible los futbolistas. Sus características determinarán finalmente cómo va a jugar la Real. Es un estilo que requiere de jugadores apropiados, con un perfil técnico definido y mucha insistencia: mecanizar el trabajo a base de repeticiones.
La Real no jugará como el gran Nantes o el excelso Barça. Pero partirá con bases sólidas para crecer por la senda del juego: el camino más seguro hacia la estabilidad. Confianza, paciencia y continuidad. Zubieta seguirá siendo el pilar fundamental con un hombre curtido en la meca del fútbol-formación. Llega al club txuri-urdin la extensión de Raynald Denoueix, siete años después de su triste salida del club. En todo este tiempo el anterior inqulino del banquillo nunca ha tenido nada que ver con el siguiente. Que pase Montanier. Salut, Philippe!
Naxari Altuna (periodista)