En un grupo formado por el conjunto italiano, el Zenit, el Anderlecht y el Málaga, es difícil hacer pronósticos. Porque, entre otras cosas, el Milán no lo tiene sencillo. Todo lo contrario, viendo su pérdida de empaque y penoso arranque de temporada, con dos derrotas en las tres primeras jornadas de liga, ambas en San Siro. La recién ascendida Sampdoria hizo saltar las alarmas en el estreno liguero, con Maxi López, un antiguo milanista, revoloteando por el Giuseppe Meazza; y el Atalanta hurgó en la herida el pasado sábado. Sólo un triple de Giampaolo Pazzini en la segunda jornada ante el Bolonia edulcoró el preocupante inicio de campeonato del equipo dirigido por Massimiliano Allegri.
El fútbol italiano no vive un buen momento. El elogiado europeo de la selección azzurra no atiende a ningún plan establecido, sino a la buena salud que atraviesa el equipo bandera de Italia: la Juventus. Y, en particular, a la aportación de un fuoriclasse como es Andrea Pirlo, ex-milanista para más inri.
La gran apuesta del envejecido Milán hace dos temporadas fue aferrarse a un antiguo rival ciudadano: Zlatan Ibrahimovic. Futbolista que campa por el juego como si fuera su principal depositario. Temporizador y agitador a la vez. Figuraba como Pirlo cuando había que inventar, y siempre ideaba algo para sacar los partidos adelante. Artista. Buena parte del acorazado era una amalgama de antiguos pesos pesados que apuraban sus últimos días con la zamarra rossonera (Nesta, Zambrotta, Gatusso, Seedorf, Inzaghi…).
La marcha de Pirlo, el hombre que marcaba el estilo del equipo, para terminar revitalizando a la Juventus, parecía una broma de mal gusto hacia la hinchada milanista. Algo que terminó creando estupor en Italia y fuera del país transalpino, visto el nivel del centrocampista de Brescia. Allegri apostó por una guardia pretoriana alrededor de Ibrahimovic, con poca sutileza, pero muchas revoluciones. Menos fútbol y más elementos para llegar en algaradas. Los nuevos estandartes eran Boateng y Nocerino: medios de mucho despliegue, de profunda pisada en el área.
El Milán ya no es aquel club dispuesto a reventar el mercado. Desde que se fuera Kaka’ al Real Madrid, la puerta está abierta para cualquier jugador. El PSG se ha llevado a sus dos elementos más notables (Thiago Silva e Ibra); muchos antiguos pesos pesados abandonaban el equipo este verano (Nesta, Gatusso, Seedorf, Inzaghi…), y han intentado repatriar, desesperadamente, a Kaka’. Claro síntoma de decadencia.
Con Boateng y Montolivo (ha llegado libre de la Fiorentina) lesionados, el pasado sábado ante el Atalanta el Milán formó con Nigel De Jong, Ambrosini y Emmanuelson en la medular. Y en esta nueva etapa aparecen futbolistas tan contradictorios como Bojan Krkic. Los tiempos parecen haber cambiado en la fosa del león.
Naxari Altuna (periodista) @naxaltuna