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Rojo a muerte

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Rojo a muerte
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“Es verdad que igual habrá gente que vea nuestros partidos por la tele y diga: ¡pues no me gusta cómo juega Osasuna! Pero somos equipo que compite bien. Somos equipo que al contrario le dejamos hacer muy poquito. Casi no nos hace ocasiones de gol. Mientras tengamos esa fortaleza, vamos a insistir”. Son palabras del entrenador del peor equipo realizador de Primera (20 goles); el cuarto que menos tantos ha encajado (27), como el FC Barcelona.

José Luis Mendilibar va introduciendo matices en un equipo sufrido y abnegado hasta la extenuación.¡Osasuna! Suena en la megafonía del viejo Sadar, y la grada comienza a rugir: “No podrán parar a Patxi Puñal...”, un grito de guerra que nunca cesa, porque como dijo el míster el pasado viernes: “Aquí no sobra ni Dios”. Todos empujan: los que juegan, los que esperan en el banquillo, los que se sientan en la grada.

De farolillo rojo pronunciado durante la primera vuelta, a escarabajo con maillot de lunares rojos (recordando a los célebres escaladores colombianos) en los albores de la segunda vuelta. Osasuna tomó el farolillo en la mano para alumbrar un paso complicado, pero con huella firme. Desde la seguridad defensiva, hay un equipo en Primera que saca chispas a su escasa producción atacante.

Kike Sola es un canterano que abre camino en la punta de lanza. Siempre que marca es el primero, el gol que abre la veda; el más difícil. Luego llega la hora de fajarse como un jabato, juntando líneas en equipo. No sobran los estilistas en Osasuna: si acaso Armenteros, Cejudo, el propio Sola. Por ello, toca morder en campo contrario, o redoblar esfuerzos en el territorio de Andrés Fernández, un portero que va para grandes cosas. Defender atacando o defender desde las trincheras. Cualquier zanja es profunda en el Reyno.

La pasada temporada Raúl García ejerció como engarce definitivo para materializar el juego de Osasuna. Un refuerzo de lujo en mitad de la estación. Aquello era algo temporal. También se marcharon Nekounam, Ibrahima, Lekic, y no hace mucho Lamah. Tocaba cerrar filas. Y quizá un futbolista ilustre mejor que nadie la actual estampa de Osasuna: Oier Sanjurjo. Otro canterano; de la estirpe de los rojos. Salió a curtirse a Segunda, como Puñal hace tres lustros en Leganés. Bajo las órdenes de Paco Herrera en el Celta, Oier amplió su repertorio: de lateral derecho a central. Y tras su vuelta a Tajonar: medio-centro, interior o lo que haga falta. Para y por el equipo.

Osasuna, ese sufrido grimpeur que corre por su casta...

Naxari Altuna (periodista) @naxaltuna