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Juego y Real (2)

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Juego y Real (2)
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    ImageAlguien debió perder los papeles en el camino y parece que no hay manera de recordar la fórmula. Pelota al pie, al espacio, pelota frontal o juego corrido. El sábado pasado no era extraño imaginar al poderoso Andy Carroll con la camisa blanquiazul en Anoeta batiéndose en duelo por los aires con los futbolistas franjirrojos. Los constantes envíos del preciso guardameta de la Real eran una suerte de azar en la propuesta del conjunto local. La pelota, mayormente, volvía escupida a campo propio, se perdía por la línea lateral, y a veces nacía una segunda jugada tan alocada como imprecisa. La primera parte ante el Rayo recordó, por momentos, a la del día del Levante. Entonces se contabilizaron cuarenta y seis envíos en largo sólo entre el portero y los dos defensas centrales. No hubo forma de hilvanar juego. La pelota iba y venía, más pronto que tarde.

 

   Ante el Rayo la tendencia inicial reflejaba el pase en largo como pistoletazo de salida. A la expectativa. La Real sufría cuando intentaba sacar la pelota limpia desde atrás, sin conseguir conexiones que procuraran fluidez al juego. Ni amplitud ni profundidad. Una suerte de batiburrillo, sin lazos de juego que pudieran aportar algo de luz. La Real sufre en las disputas, busca transiciones rápidas y salir corriendo. Pase frontal, cruzado o largas carreras frenéticas, a imagen y semejanza de las galopadas de Canales con la pelota cosida al pie. El fútbol combinativo parece postergado. O, directamente, no resulta. ¡Con jugadores como Markel, Granero, Xabi Prieto, Canales, Vela y Agirretxe en el campo! Futbolistas de buen pie.

   La primera parte de la vuelta copera ante el Villarreal insinuó otras intenciones. Ante un rival mejor dotado que el Rayo. Un equipo con una mecánica diabólica. Perfectamente engrasado, con conceptos de salida y despliegue muy desarrollados. Los futbolistas del Villarreal funcionan como flechas animadas sobre un boceto de intenciones que resulta real. El conjunto de Moyes intentó dar algunas pinceladas con la pelota, para tender puentes entre los futbolistas, pero no resultaba natural. Parecía que cada pase debía ser pensado y repensado a partir de la recepción del balón. Las transiciones eran pesadas y muy previsibles. Sin sorpresa. ¿Falta de hábito, confusión o un problema de confianza? El Villarreal controló el partido sin aspavientos. Con un funcionamiento académico.

 

   La víspera del partido, David Moyes pedía “dos o tres fichajes creativos” para apuntalar el equipo. Además de los futbolistas anteriormente mencionados, cuenta con gente como Zurutuza,Rubén Pardo, Gonzalo Castro o Finnbogason. Se marcharon futbolistas determinantes, pero quedan mimbres para hacer un buen cestoa partir de una idea clara de juego.

 

   Si la lógica habla de potenciar al elemento diferencial, Carlos Vela, los últimos partidos arrojan a un futbolista desconectado y con escasa presencia. Cuando la Real necesitaba remontar ante el Villarreal y Rayo Vallecano, Moyes terminó alejando a los dos futbolistas de mayor calidad: Vela y Xabi Prieto. El capitán finalizó los dos partidos en la posición de lateral derecho.

 

   La segunda mitad ante los madrileños presentó la novedad de Pardo en mediocampo, con algo más de criterio a la hora de orientar el juego en las aperturas a la banda. Pero la presencia de los laterales en ataque, figuras tan importantes en el Everton de Moyes, para dar amplitud al juego y llegar por sorpresa, tampoco es una cuestión reseñable hoy en día en la Real.

 

   Y el misterio del delantero centro. Finnbogason no termina de coger el hilo. La confusión no ayuda. Sus dos últimas temporadas en el SC Heerenveen presentan grandes números goleadores, dentro de un equipo bien estructurado; en un contexto que le permitía estar arropado en ataque. El tiempo no corre a su favor en una temporada muy complicada a nivel colectivo. El islandés no es el prototipo de Di Natale, capaz de fabricarse un gol por sí solo. Ni un delantero poderoso y agresivo como el mencionado Carroll. Cuando se habla de otros delanteros es, quizá, porque se quiere jugar a otra cosa. Como cuando juntaba Moyes en el primer mediocampo que tuvo en el Everton a Gravesen y Carsley. Aquello era otra cosa: otros jugadores, otro ritmo, otro juego.

 

   Cuando alguien recupere los papeles, o simplemente pongan en funcionamieno conceptos más claros y coherentes, quizá comience a fluir algo a orillas del Urumea. Con tanto bombo y platillo se olvidaron de lo sustancial: el juego.

 

 

 

                                                                          Naxari Altuna (periodista) Image twitter: @naxaltuna



COMENTARIOS

Tofee sweet
20/01/15 01:55PM

Certero!


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