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patrick vieiraEl juego gravita sobre un eje fundamental. Un día alguien lo llamó pivote. Como el wishky, pronto pasó a ser doble. Y cuando se trataba de tres ejes, le empezaron a decir trivote. Horror. El medio centro de toda la vida ha adquirido una naturaleza definida en los últimos años. Bajo el manto del “fútbol moderno” comenzó a tomar fuerza, para convertirse en moda, la figura del volante tapón.

1994, Copa del Mundo de EEUU. Brasil sale campeona con un dispositivo que se reprodujo por los cuatro costados. El fútbol también obedece a modas, muchas de ellas nocivas para el desarrollo y la fluidez del juego. El equilibrio se convierte en dogma. Carlos Alberto Parreira moldeó la medular canarinha con dos medios centros gemelos, supremos en la contención, anticipando cualquier contingencia y jugando sencillo. Aquellos futbolistas tenían mucha jerarquía: Dunga, Mauro Silva, Mazinho, Cesar Sampaio… La idea cuajó, creando escuela. Desde entonces, pocos han huído al espectro del alma gemela. El excesivo respeto al rival ha dado pie, en ocasiones, al triple dique de sujeción. Esa evolución de la medular ha ido erosionando la fantasía, quedando en desuso la mítica figura del diez clásico. El cerebro o regista, el hombre encargado de llevar la manija, remontó unos peldaños, para convertirse entrequartista. Los italianos reubicaron con suma celeridad a la figura que tanta gloria les dio: Antognoni, Platini, Gianinni, Baggio, Zola, Pirlo. Algunos resistieron; otros pasaron a ser el nueve y medio. Ello en perjuicio de una de las puntas. A partir de entonces la mayoría de equipos pasaron a jugar con un punta específico y el enganche. Todo en nombre del equilibrio. Sólo algunos “locos” rompían ese dogma, defendiendo el 1-4-3-3 como la ocupación espacial más racional y apropiada. Louis Van Gaal, Guy Roux y Zdenek Zeman eran de los pocos que escapaban a la moda.

   Hace pocas semanas colgaba las botas EL EJE por excelencia, un futbolista que ha creado escuela en la posición de medio centro “moderno”. Los franceses tienen la patente. A mediados de los noventa destacó sobremanera el centro de formación del Cannes, por su diversidad y riqueza a la hora de formar centrocampistas. De allí salieron, de forma escalonada, Zinédine Zidane, Johan Micoud y Patrick Vieira. Los dos primeros dejaron huella como fantasistas; el tercero ha creado una marca con label. El último gran capitán de la selección francesa surgió exuberante, con un físico imponente y madera de líder. En sus mejores años como referencia en el Arsenal, todos los entrenadores querían tener un Vieira en su equipo. Francia fue creando fotocopias del futbolista de origen senegalés: fibrosos, sobrios, de cobertura amplia; con más o menos radio de acción. Vieira, además de ancla, fue un gran conductor, con recorrido profundo. Cesc Fábregas perfeccionó el manual del medio centro a su lado. Francia, y por extensión África, son una sucursal de medios centros de porte físico: Makelele, Lass Diarra, Alou Diarra, Sissoko, Mavuba, M’Bia…

   Ninguno de ellos ha llegado a la altura de Patrick Vieira. El símbolo. Los entrenadores franceses tienen ese modelo interiorizado. No hay más que repasar y ver a los equipos galos. La mayoría juegan con el concepto de doble volante tapón. Y curiosamente, las excepciones han sido el campeón, Lille, de la mano de Rudi García, y el Valenciennes, a las órdenes de Philippe Montanier. Ambos amigos, tienen una sensibilidad muy parecida: juegan con un poste en el medio y dos interiores dinámicos, al estilo Barça. Rio Mavuba es el eje del Lille, y era previsible que Montanier echara mano de ese perfil de jugador para la Real. Más o menos fibroso; más o menos dinámico; más o menos llegador. Todoterreno le dicen ahora. Ahí entra en contradicción con los propósitos originales de la dirección deportiva, que decidió no ampliar el contrato de Diego Rivas al estimar que la posición estaba bien cubierta con los mimbres de Zubieta. Pero el entrenador, desde el principio, vio clara la necesidad de fichar un eje para la medular. Las opciones que se han barajado atienden al mismo patrón: Momo Sissoko, Sulley Muntari, Charles Kaboré… Futbolístas eminentemente físicos, figuras claves en el juego posicional, y muy caros. Llama la atención las cantidades que se han barajado en concepto de traspaso y ficha. ¿Se lo puede permitir la Real? Elustondo, Markel, Illarramendi, Rubén Pardo… medios centros por doquier en Zubieta.

 

                                                                              Naxari Altuna (periodista)naxari altuna



COMENTARIOS

Euskarri
07/08/11 03:36AM

Con confianza, sentido y templanza, ¿cómo no va a salir adelante alguno de la casa? La clave es jugar simple y ágil. Si dudas un momento lo pierdes todo. Creo que la clave es tener el concepto claro, soltar la bola rápido, y que los compañeros ofrezcan alternativas. Sin movimiento el fútbol está muerto. Hay que aplicar las teorías del 15 M.


Todoterreno
05/08/11 11:44PM

¿Cuándo van a dar confianza a la gente de casa? Si no juegan con asiduidad es difícil saber si valen o no. Digo yo.


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