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Desconcierto total

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aperribay+lorenDifícil encontrar una situación tan desconcertante en torno a la Real. Estructuralmente significativo, cuando un chico recién subido al primer equipo se convierte en imprescindible. Llamativa la falta de coherencia en el apartado deportivo del primer equipo desde tiempos inmemoriales. Reveladora la situación del entrenador: aturdido, desorientado, entregado a las circunstancias, sentenciado por el entorno que rodea a la Real… Y, se intuye, desposeído de la confianza del club. No recuerdo una caída tan cantada por estos lares, sin necesidad de esperar al próximo resultado: una sensación descorazonadora. Se percibe resignación en la toma de una decisión drástica, que alcanzaría al entrenador; pero venimos defendiendo que los problemas no se circunscriben sólo a una persona, ni a unos malos resultados… Los bandazos incesantes tienen a la Real noqueada. Bandazos sobrevenidos por golpes de timon coyunturales, con consecuecias dañinas en el desarrollo natural del primer equipo.

   El modelo no se discute. El trabajo de formación, y su culminación con la llegada de jugadores al primer equipo, es la esencia de esta institución, su filosofía de base. Lo que más daño hace a un club tan especial es su falta de definición y coherencia en la secuencia de técnicos que llegan para elevar el nivel competitivo del equipo y dotarle de forma. ¿Qué forma? El fondo (filosofía, jugadores…)  es conocido, pero tiene una forma reconocible la Real? Hablamos de cultura de juego. ¿Qué se busca en cada momento?

   Hay conceptos que son básicos, pueden confluir en lo esencial, pero la interpretación varía de forma sustancial. Este club ha tenido de media más de un entrenador por temporada en los últimos quince años. Los cambios venían dados, casi siempre, por los malos resultados, buscando un repunte inmediato, sin reparar siquiera en el medio plazo. Las olas moldeaban el futuro, al abrigo de los números. Pero hay situaciones muy curisosas y significativas: a Javier Irureta no le renuevan habiendo quedado en mitad de tabla, a Raynald Denoueix le cortan después de quedar subcampeón de Liga porque en el segundo año el equipo pasó apuros clasificatorios (¿acaso sale gratis el esfuerzo de la Copa de Europa?)… La insatisfacción permanente y la necesidad de la novedad están instaladas en el imaginario.

  Más recientemente, Juan Manuel Lillo trajo un estilo de trabajo y un modelo de juego muy particular; pero, de repente, se hablaba de carencias físicas. ¿Vieron jugar al Almería la temporada siguiente? Conocen su método de trabajo? Adaptado al balón, con la posesión como eje vertebrador, y el juego de posición por bandera. Un proceso evolutivo que se cortó “porque no consiguió el objetivo”. El director deportivo lo abandonó . Y trajeron un “motivador”, para dotar de “carácter competitivo” al equipo, con una preparación física “convencional”, y el objetivo de “quemar aceite”. Los caminos trazados por los anteriores cuerpos técnicos se llenaron de arbustos, al quedar abandonados. Nada tenían que ver los fundamentos del nuevo equipo técnico con el del año anterior, pero, en cualquier caso (fuera discutible o no su estética) había algo reconocible. Después de Lillo, y a pesar de tener contrato en vigor para un año más, a Martín Lasarte lo despidieron. Éste sí había conseguido el objetivo. Se asemeja a la situación que se vivió con Raynald Denoueix, siete años antes…

   Lasarte también salió con mal cuerpo del club. La falta de tacto es evidente: Lillo, el uruguayo, y ahora se viene Philippe Montanier. Ya fue curiosa la forma de ficharlo. Consultaron a Denoueix, y recibieron buenos informes. Se apostó por otro modelo de entrenador ,“con las características de los nuevos valores de la cantera” como uno de los argumentos de peso. Se hablaba de nuevas metodologías, de un sistema 1-4-3-3. Se contemplaba un entrenador para el medio-largo plazo, con un hilo conductor que hiciera reconocible a la Real sobre el campo. Pero los números comenzaron a no cuadrar, y siguen sin hacerlo. Sin embargo, lo más preocupante es la falta de criterio y sentido común a la hora de tomar decisiones e interpretar los partidos. ¿Y cómo se sale de esta situación de desconfianza?

   El desaguisado es tan grande que pocos dudan de la toma de decisiones relevantes. El timón balbucea, azuzado por los vientos que genera un entramado de indefinición en el apartado deportivo (indefinición de club). Hay que mirarse a los ojos y obrar en consecuencia, asumiendo responsabilidades. El problema es futbolístico, pero no se ciñe al entrenador de turno, bajas formas o lesiones. Hay demasiadas interferencias alrededor del balón y cambios de ruta confusos… ¡¡¡Y todo esto en la jornada 13!!!. El terreno venía abonado.

 

 

 

                                                                                                 Naxari Altuna (periodista) naxari altuna



COMENTARIOS

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22/11/11 06:02PM

Muy buen diagnóstico Naxari, zorionak!!


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