El rey Midas:
Llevamos tiempo admirando su juego natural: un afluente de fútbol. Es diminuto, siempre cobra ventaja en la pausa y limpia la jugada con la mirada. Otros rematan la faena y él vuelve a empezar. Así hasta la victoria. Le conocimos en Eibar, siendo un juvenil. José Luis Mendilibar le enseñó el punto de partida. Gaizka y Moisés le cubrían las espaldas; Kike, Patxi, Iñigo y Joseba buscaban el desmarque, y todos disfrutaban. Disfrutaban de David Silva, futbolista de cómic real. Dzeko, Kun, Balotelli, Tévez… el mago de Arguineguin se anticipa. Es el primero de la clase, sin rechistar. Dibuja diagonales, explora zonas inexistentes, y adelanta pases indetectables.
Ayer plasmó sobre el más exigente de los escenarios en Inglaterra todo el repertorio que viene desplegando desde el inicio de temporada, desde sus tiempos en Ipurua. Fue el detonante de todo. La enésima lección de fútbol: Manchester United 1 – Manchester City 6. Silva, el origen de todo… lo bueno.
El príncipe de las mareas:
Curiosa matinal dominical en el Via del Mare de Lecce, al sur de Italia. Allí jugaba el Milan, un equipo inexplicable. Una tropa con tres colmillos colgando del cuello (Ibrahimovic, Cassano, Robinho), y una cruz a su espalda. Si el fútbol pretende ser equilibrio de fuerzas, armonía, orden para desordenar al rival, el conjunto rossonero es una lotería. En la primera parte perdía por 3-0. El equipo separado por una zanja, y la dinamita en el almacén. Con todo perdido, salió como un resorte desde la reserva Kevin Prince Boateng. El fútbol volvió a desnudar en la primera parte a un equipo que camina desnudo desde que se desprendiera de Andrea Pirlo. Cambiaron la propulsión por pausa e ingenio. En momentos como la primera parte, los defensores de Pirlo sacan la daga; pero al final del partido, Galliani levanta el pulgar para justificar el trasvase. Boateng, una fuerza de la naturaleza, látigo ambidiestro, inyectó espíritu de conquista a un equipo muerto. Tres goles en un cuarto de hora, y no fueron cuatro, porque Yepes se coló por delante para ganar un partido increíble. La marea le pasó por encima al Lecce.
El ángel de la guarda:
Otra exhibición bajo los palos. El mérito de la portería a cero suele ser compartido, por el trabajo defensivo del grupo. Cuanto menos te tiren menor es el riesgo, evidentemente. Pero ante el Barça, además de tirar a bloque, hace falta pericia bajo la meta para salir indemne del Camp Nou. Trabajó a destajo el Sevilla, cerrando filas, pero aún así el equipo culé dispuso de muchas opciones claras para marcar. Un penalti en el tiempo añadido incluído. Ahí estaba Javi Varas, un canterano que disfruta de su hallazgo en la élite rondando la treintena. Como su antecesor, Andrés Palop en su día. Recital de portero, como en Mestalla la pasada temporada. Un felino de área chica.
El Sevilla sufrió y tuvo que meterse en camisa de once varas para conseguir algo al alcance de muy pocos. Que el Barça no marque en su propia casa. El portero vivía en soledad, pero el fútbol le ha convertido en uno más sobre el campo: en futbolista. Eso lo demuestra mejor que nadie el ángel del otro costado: Víctor Valdés. Homenaje a los guardametas en el Camp Nou.
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Puntos suspensivos: Levante. Viento de Levante en otoño. Las hojas comienzan a deslizarse y surge el tallo. Viejo pero resistente. Juega, gana, y se divierte. Es su momento…
Naxari Altuna (periodista)