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El fútbol, según Raynald Denoueix

El fútbol, según Raynald Denoueix
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RAYNALD DENOUEIXLlegó a Gipuzkoa el verano de 2002. La Real había flirteado peligrosamente con el descenso en los albores del nuevo siglo. Y para intentar cambiar la tendencia, dándole al equipo un aire diferente, los dirigentes del club txuri urdin buscaron la solución en Nantes.

 

 

   Raynald Denoueix era uno de los grandes herederos de José Arribas -reportaje sobre su vida y obra: http://www.panenka.org/avance -, un exiliado bilbaíno de la Guerra Civil española que creó un estilo de juego  muy particular en la ribera del Erdre. Denoueix desempeñó una labor fundamental en el crecimiento del FC Nantes, una de las escuelas futbolísticas más reputadas de Europa. Primero como futbolista. Llegó al club en 1968 y vistió la elástica jaune et vert por espacio de once temporadas. Jugaba de defensa. Durante su extensa carrera con los canaris cosechó dos títulos de Liga (uno a las órdenes del maestro arribas y otro bajo la tutela de Jean Vincent), y la primera Copa de Francia, ante el Auxerre en el Parque de los Príncipes. Éste fue su último partido como profesional, en 1979. Raynald Denoueix se despedía con un trofeo mayor para proseguir su labor en el cuerpo técnico del Nantes.

 

   En 1982 se hizo cargo del centro de formación de la Jonelière, más tarde bautizado como centre sportif José Arribas, en honor al ideólogo del célebre jeu à la nantaise, una suerte de juego al unísono, lleno de dinamismo, movimiento constante, técnica e inteligencia. El espíritu de equipo prevalecía por encima de todo. Y bajo esa premisa innegociable, ver jugar al Nantes siempre fue un placer.

Henri Michelfue la figura más relevante de los últimos años de José Arribas en el club, mediocampista elegante que terminó reculando en sus últimos años para terminar en la retaguardia. Tomó el testigo Maxim Bossis, aquel magnífico defensa que despuntó en el Mundial de 1982 con la Francia más exuberante, la de Marius Trésor, Gerard Janvion, y el célebre carré magique: Jean Tigana, Alain Giresse, Bernard Ghenghini y el inolvidable Michel Platini.

 

 

 

   El Nantes siempre se caracterizó por la formación, con una cultura de juego e implantación de valores que la hicieron grande durante muchos años. Inconfundible e irresistible ante los ojos: bello, fresco y ganador. El colectivo funcionaba como un coro de voces blancas, porque su juego era inmortal. Se retroalimentaba con la fértil cantera: Didier Deschamps y Marcel Desailly –campeones del Mundo en 1998 y de Europa en 2000-, Claude Makélélé, Raynald Pedros, Nicolas Ouédec, Patrice Loko, Eric Carrière… Futbolistas marca de la casa. Más tarde otro de los frutos importantes del vivero sería el actual centrocampista del Málaga, Jérémy Toulalan.

 

   Partidos y jugadas inolvidables. Con maniobras orquestales y solos de genio. Como en la final de Copa de 1983. Aquel día, José Touré, “Le brésilien”, marcó uno de los goles más bellos que se recuerdan: auténtica obra de arte, virtuosidad y precisión a raudales. O qué decir del gol volador que dibujaron sobre el cielo de la Beaujoire aquella memorable temporada 1994/95 Pedros y Loko. Boquiabierto se quedó el fútbol, pleno de admiración.

 

   Raynald Denoueix subió otro peldaño en su compromiso con el club, al tomar las riendas del primer equipo en 1997. Asumió un equipo campeón de Liga dos años antes, con una semifinal de Liga de Campeones ante la Juventus en 1996, en medio de la desbandada de talentos. El entrenador Jean-Claude Suaudeau se había consumido con tanta reconstrucción. Llegó la hora de Denoueix. El método era el mismo, aquel que recibieron de manos de José Arribas, con matices diferentes, por la personalidad de cada uno. La remodelación culminó con dos títulos de Copa y la Liga de 2000/01.

 

   Cuando la Real fichó a Denoueix nadie imaginaba todo lo que vendría después. El conjunto txuri urdin vivió el año más intenso en emociones en mucho tiempo, con la posibilidad de alzarse con el título de Liga hasta la última jornada. Un gran trozo del sueño se resquebrajó una semana antes en Balaídos. Pero como un día nos contaba Raynald: “no pudo ser; sin embargo haber estado tan cerca fue algo muy importante”.

 

 

   No ha vuelto a entrenar

 

   El fútbol guarda dentro de sí momentos infames. Las gentes que lo gobiernan, los entornos siempre tan volubles, se aferran al resultado como elemento decisorio. Cuántas veces se dice que el balompié no tiene memoria. A Raynald Denoueix la perniciosa ley del fútbol le pasó factura en Nantes, primero, un año después de ser campeón; y en la Real también, doce meses después del subcampeonato. La Liga de Campeones pasa factura a aquellos clubes cuya participación en el máximo torneo continental es algo excepcional. La limitación de las plantillas y la exigencia desgastan mucho a los equipos menos pudientes.

 

   Llegamos a la Chapelle-sur-Erdre, una pequeña localidad de Loira que circunda Nantes. Allí nos recibe Raynald Denoueix, en un rincón apacible, cerca de los terrenos donde ejerció durante tantos años como formador y primer entrenador. La nostalgia flota en el ambiente, por todo aquello que hicieron durante tantos años bajo el manto de José Arribas, y más tarde quedó desecho, por las malas costumbres del fútbol moderno. Los empresarios marcan las directrices.

 

   Raynald se encuentra convaleciente de una operación de hombro. Acaba de declinar la enésima oferta para dirigir un equipo profesional. Le querían en Marruecos, pero ya no se ve entrenando. “El fútbol te extraña”, le comento. Una sonrisa entre cómplice y agradecida se desprende de sus labios. ¿Tan decepcionado terminó de sus últimas experiencias? “Llevo varios años como analista de la Liga española en un canal de televisión francés. Además he participado en diversos torneos internacionales: Liga de Campeones, Eurocopa, Mundial…”. La última vez que nos encontramos fue en el aeropuerto de Johannesburgo, al término de la última Copa del Mundo. El juego le entusiasma, la esencia indeleble del FC Nantes durante muchos años. Por eso aprobaba el triunfo de la selección española en Sudáfrica, porque fue la victoria del juego colectivo, bien estructurado, auspiciado por un estilo reconocible en su ideario futbolístico. “Recuerdo que cuando José Arribas comenzó su andadura en Nantes, perdió 10-2 un día en Boulogne. Nunca es sencillo implantar un estilo novedoso cuando los resultados no acompañan. La exigencia del beneficio es inmediata. Frank Rijkaard tuvo muchas críticas en su último año como entrenador del Barça, y recuerdo todas las habladurías que se cernían sobre Luis Aragonés antes de acudir a la Eurocopa que luego ganarían. Pases y más pases, decían los detractores. La gente se equivoca en los análisis. Son principios del juego. Lo verdaderamente importante es saber qué se busca con esa manera de jugar. A nosotros, en el Nantes, también nos lo reprocharon en un momento. En la Dirección Técnica Nacional (DTN) querían que se jugara más directo, con menos pases. Pero para mí es un principio del juego, muy bueno. Por ejemplo, en el Barcelona el problema era que Ronaldinho jugaba para él mismo. Era incapaz de asociarse”. Su generación vivió de cerca una de las grandes revoluciones culturales del fútbol: “En los años 70 me hice con un manual donde mostraba los secretos del juego del Ajax. José Arribas y Rinus Michels fueron nuestra fuente de inspiración”. Querencia por un fútbol ofensivo, jugado en campo contrario, basado de movimiento, técnica, inteligencia y una gran capacidad atlética. “José Arribas aplicó unas técnicas de entrenamiento novedosas, desconocidas hasta entonces en Francia. Con mucha variedad de ejercicios, siempre aplicados al juego. Recuerdo en el viejo estadio Marcel Saupin cómo nos hacía subir escaleras, una y otra vez. Fue un innovador”. Juego colectivo, en armonía, siempre pensando lo mejor para el compañero. “Se habla de tener el balón. Pero no tener por tener. La idea del Nantes era dar el balón al compañero. Permitir la recepción por medio del movimiento y darlo. Es completamente diferente”.

 

  FC NANTES Jean-Claude Suaudeau, su predecesor en el cargo, sostiene que “lo del Barça es algo que nosotros ya hacíamos hace treinta años”. Denoueix matiza las palabras de su compañero, aunque en el fondo está de acuerdo con él: “En la idea de base –lo más importante cualquiera que sea el estilo- tiene muchas cosas en común. El moverse juntos, jugar a pocos toques, buscar superioridades… Pero nosotros no teníamos esa tremenda capacidad de recuperación. Además de en la calidad individual, la gran diferencia radica en la forma de acometer la recuperación de la pelota. El Ajax, Holanda, el Barça, no tienen parangón. La clave está en cómo atacas para luego defender. Es imposible realizar la presión con dos o tres jugadores desenganchados”.

 

Denoueix es un ferviente admirador del FC Barcelona. De su método; de la fidelidad a un estilo que privilegia el sentimiento colectivo. “Tous ensemble” (todos juntos), remarca. “El Barça es coherente. La gente confunde la táctica con la organización de juego. Muchos comentaristas hablan, por ejemplo, de la táctica 1442 (ejemplo genérico). Pero si ese equipo de repente pasa a jugar 1433, dicen que ha cambiado de táctica. Para mí el concepto táctica y organización de juego es totalmente diferente. El Barça puede cambiar la organización de juego, pero siempre juega igual, con y sin balón. La táctica es la misma; puede variar el esquema de juego. La idea no se ve alterada”. El futbolista tipo del Nantes siempre tuvo un perfil muy del estilo blaugrana. Raynald recuerda especialmente de la primera época de Arribas al centrocampista Jacky Simon: “un futbolista de estilo Iniesta”. En el equipo que ganó la última liga con el Nantes, Eric Carrière era el que más se asemejaba a ese perfil de jugador pequeño, dinámico, con una técnica e inteligencia remarcables. “Ese chico habría encajado bien en el Barça”, dijo una vez Suaudeau.

 

   En un momento de la conversación irrumpe en la estancia Decibel, un caniche de zamarra blanca, “¿Del Madrid?, bromeo. Hacemos referencia a otro estilo, bien diferente, en las horas previas del duelo copero. “El Real Madrid ha dado un paso adelante esta temporada. Ahora juega mejor en conjunto, pero nada que ver con la propuesta del Barça. Sin embargo,  son más fiables que antes. Cuántas veces me ha tocado comentar un partido del Madrid en el Bernabéu contra equipos menores, que terminaban ganando los blancos por empuje, de forma épica. Mísmamente, en mi época en la Real, funcionaban mejor de forma colectiva que en los siguientes años. Zidane, Raúl, Figo, eran jugadores de equipo. Mourinho ha conseguido inculcar ese espíritu”.

 

    Cuenta una anécdota sobre un concepto del juego fundamental en la maison jaune et vert de la época, y que caracteriza al Barça, con la paciencia como principal virtud: “cuando se habla de profundidad de juego, hablamos de estirar el campo, no necesariamente de un pase adelantado. El avance del juego, la profundidad, a veces pasa por buscar otras vías, reculando, apoyándose en el portero… Masticar el juego hasta encontrar la mejor opción. La conservación del balón como principio: ir atrás para volver a partir. A la gente a veces le cuesta entenderlo. Un pase atrás es interpretado como un retroceso en el juego. Y no tiene por qué”.

 

   Cuando terminó su etapa en la Real una cosa le dejó marcado. “Un día me encontré con un seguidor de la Real en Madrid. Se me acercó y me dijo “Raynald, soy de la Real”. Esa manera de expresar pertenencia no se estila en Francia. Sería muy raro que alguien dijera “soy del Nantes”. El apego a los colores se lleva de una manera muy profunda en Gipuzkoa”.

 

Tanto, que un día en el aeropuerto de Barajas se encontró con una curiosa disyuntiva. “Tenía que volar a Nantes. Cuando fui a la puerta de embarque me di cuenta que al lado se encontraba el vuelo a San Sebastián. Aquello me puso en un aprieto (sonríe). Cosas del destino”.

 

   Estaba sorprendido con la eliminación copera de la Real. Habla de vez en cuando con Philippe Montanier, un técnico avalado por el propio Denoueix, al que ve con recorrido en la Real. Su confianza es total. Raynald trabajó durante toda su carrera con jóvenes futbolistas, formados en su propia cantera, y conoce los vaivenes de la empresa. “Didier Deschamps llegó a la cantera del Nantes con 14 años. Era inteligente y tenía una gran mentalidad. Eso es calidad. Entendía el juego de forma natural. Con 15-16 años ya jugaba en el equipo reserva. Controlaba el juego. Era vivo y rápido. En un partido de la Copa de la UEFA en Italia (ante el Torino) teníamos muchas bajas y Suaudeau (el entrenador) me pidió consejo sobre los chicos del filial. Necesitaba un par de defensas, y se llevó a Deschamps y Desailly. Didier no era defensa, pero su inteligencia le permitía jugar como zaguero. Eso es primordial en un futbolista. Buscábamos ese tipo de futbolistas, aquellos que comprenden el juego. Desailly también era muy bueno. Destacaban por su inteligencia. Hay que estar constantemente despierto, saber antes de recibir”. Durante años el fútbol se orientó hacia jugadores más atléticos, algo que lamenta profundamente, “porque lo más importante es la comprensión del juego, entenderse sobre un terreno de juego”. Hablamos de Antoine Griezmann como un claro ejemplo de virtudes asociadas al juego: “Tiene muy buenas condiciones. Comprende el juego. Pero creo que le perjudicó todo ese asunto de ofertas el pasado verano. En el momento que se ha centrado demuestra su aptitudes en beneficio del equipo. Es internacional espoir (sub’21)con Francia y su evolución augura un buen porvenir”.

 

   Viendo el tránsito del fútbol, desde su experiencia lanza la siguiente reflexión: “Creo que en un club de fútbol lo más importante es el presidente. La existencia de una idea clara, unas directrices que marquen el camino, es lo sustancial. Evidentemente los actores principales son los futbolistas, están los técnicos, etc. Pero saber qué es lo que quieres y cómo quieres hacerlo es el punto de partida básico”. Por ello sufre con la realidad del club de toda su vida, el Nantes, que intenta sobrevivir en Segunda división tras 44 años de éxitos en L1, con ocho títulos de Liga y tres Copas de Francia, conseguidos con un estilo admirable. La penosa gestión del club le lleva al desánimo: “No voy a ver al equipo. Sufro mucho con lo que está sucediendo. Han terminado con todo lo que hicimos”.

 

   Esta temporada está algo alejado de los medios debido a su convalecencia, y la última visita a Anoeta se produjo al final de la pasada temporada, el día en que la Real derrotó al Barcelona (2-1). Los mejores deseos para la familia txuri urdin de un entrenador a quien el fútbol sigue extrañando.

 

 

 

                                                                                         Naxari Altuna (periodista)  naxari altuna  @naxaltuna



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