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No sólo Radamel

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No sólo Radamel
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ImageLe dicen el mejor 9 del momento: Radamel Falcao García,  depredador del área. Curiosa circunstancia: el máximo goleador de las dos últimas ediciones de la Europa League (con récord histórico de dianas en la 2010/11 con la elástica del Oporto: 17 realizaciones) descansa, por ahora, en la segunda competición continental y se expresa de forma implacable en la Liga y en el grupo clasificatorio sudamericano para la próxima Copa del Mundo. Radamel, el ariete especializado en ganar finales: marcó el gol que le dio la última corona europea al Oporto (ante el Sporting de Braga en Dublín); convirtió dos dianas en la última final de la antigua Copa de la UEFA (ante el Athletic en Bucarest); y puso su rúbrica al título de la Supercopa de Europa con tres goles de zurda (ante el Chelsea en Mónaco). El otro día sumó otra faceta a su tremendo repertorio, dejando claro que sus golpes son francos, certeros a más no poder.

 

   Hubo una época, no muy lejana, donde el fútbol colombiano no conseguía sacar la cabeza. Quizá porque adolecía de punteros que tuvo hace no mucho y vuelve a tener ahora. Nos trasladamos a la época más gloriosa del balompié colombiano, con la obra cumbre del seleccionado dirigido por Francisco Maturana. Aquel 5 de septiembre de 1993, en el Monumental de la barriada bonaerense de Núñez, un grupo de futbolistas dirigidos sobre el campo por el Pibe Carlos Valderrama escenificó una de esas noches inolvidables de fútbol. Era la última jornada de la clasificatoria para el Mundial de Estados Unidos. Argentina y Colombia buscaban lo mismo: ganar para validar el billete mundialista. La albiceleste contaba en sus filas con gente tan acreditada como Ruggeri, Redondo, Simeone o Batistuta. Alfio Basile era el seleccionador.

 

   Colombia venía de amagar en la Copa del Mundo de Italia, con nuevos valores en su frente ofensivo. Uno destacaba por encima del resto, por su asombrosa gama de virtudes: Faustino Asprilla. Tenía una velocidad de gacela y su elasticidad le convertía en un delantero de goma. Aquel día marcó dos golazos, Freddy Rincón sumó otros tantos, y Adolfo “Tren” Valencia añadiría el quinto, para un triunfo apoteósico: 0-5 en el Monumental de River. Hasta el propio Diego Armando Maradona, presente en el campo, aplaudió el recital de los cafeteros.

Sin embargo, la cita mundialista estadounidense dejó una marca dramática para el pueblo colombiano. La prematura eliminación del combinado dirigido por el Pacho Maturana fue una mera anécdota si lo comparamos con la violenta muerte del central Andrés Escobar, símbolo del Atlético Nacional,pocos días después de aquel desafortunado lance en el partido ante EEUU.

 

   Con tres participaciones mundialistas seguidas (1990, 94, 98), Colombia cerraba el glorioso ciclo futbolístico de los noventa, con nombres que han quedado para el recuerdo. Fue una época especialmente prolífica para los delanteros: con los ya mencionados, con el también malogrado Palomo Usuriaga, con Iván René Valenciano, con Víctor Hugo Aristizabal, y más tarde con Léider Preciado, Juan Pablo Ángel... Pero, de repente, el gol colombiano dejó de rugir a nivel internacional.

 

 

   La víspera de arrancar el Mundial de Alemania, en 2006, nos encontramos en Munich con un hombre acomodando su bicicleta, dispuesto a mostrar la realidad de su país, azotado por un conflicto duradero entre el gobierno y las FARC. Había pedaleado desde Madrid hasta la capital bávara para poner cara y ojos a la guerra: su hermano había caído víctima del fuego cruzado. Seis años después las conversaciones de Oslo se trasladarán hasta La Habana para dar pasos que puedan enterrar definitivamente las hostilidades. Recuerdo el pesar de aquel hombre, triste también por la ausencia del combinado colombiano en aquel Mundial. Todavía resuenan sus palabras: “El histórico triunfo en Argentina nos hizo mucho daño a la larga. Nos creímos los mejores y ahora nos pasan por todos los lados”. Lástima no recordar el nombre de aquel buen hombre. Me viene su figura cada vez que juega Colombia, cada vez que marca Falcao o cualquiera de los nuevos portentos de aquel país; pero, sobretodo, ahora que la palabra se abre camino en torno a una mesa.

 

   Esta temporada, un equipo marcha de puntillas con pleno de victorias en la Champions League: el Oporto. El pasado miércoles superó al Dynamo Kiev con actuación estelar de dos colombianos. Uno de ellos jovencísimo, zurdo, efervescente, retador: James Rodríguez. El otro, recién llegado al reino de Pinto da Costa: Jackson Martínez, astuto goleador que sigue los pasos de Falcao. Ambos, los tres habría que decir, fichados con ojo de lince por el eterno presidente portista.

 

   James Rodríguez tiene más espacio para expresarse sobre el campo tras la marcha de Hulk. Un chico asentado ya en el ataque de la selección colombiana luego de haber destacado en las inferiores. El penúltimo paso lo dio en el festival de promesas de Toulon hace un par de años, cuando lideró a los cafeteros al título ante México. Las expectativas eran altas en el Mundial sub’20 disputado en su país hace dos veranos, pero Colombia quedó apeada en cuartos, precisamente ante los aztecas.

 

   Jackson Martínez, por su parte, lo remata todo: con ambas piernas y la cabeza. Además sabe dar continuidad a la jugada cuando ésta lo requiere. A punto de adentrarse en la Liga coreana hace unos años, finalmente emigró a México, y de los Jaguares de Chiapas acaba de dar el salto al campeón portugués. Aunque en la selección le está costando encontrar sitio.

 

   Dorlan Pabón es el elemento emergente. Acaba de llegar al Parma tras realizar una gran Copa Libertadores con el Atlético Nacional de Medellín. Un auténtico vendaval: tren inferior potentísimo, con una salida diabólica. Tiene un disparo de media distancia demoledor.

 

   El otro gran goleador del momento en Colombia se llama Teófilo Gutierrez, delantero que en su día quiso traerse Martín Lasarte a la Real. Un definidor de categoría. Pasó por la liga argentina (Racing y Lanús), para volver a Colombia tras protagonizar un incidente desagradable cuando jugaba en la Academia. Reingresó en el Junior de Barranquilla y comparte dupla en la selección con el considerado 9 del momento: Radamel Falcao García.

 

 

 

 

 

                                                                                              Naxari Altuna (periodista)  Image  @naxaltuna



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