Hoy nos ocupa un caso extraordinario. Todo arrancó en una eliminatoria copera. Una de tantas que la Real ha malgastado en el último cuarto de siglo. Eran tiempos difíciles. Los más complicados. A partido único caía el conjunto txuri-urdin ante el Rayo Vallecano en Anoeta. No había diferencia de categoría: ambos luchaban por salir de Segunda. Pero sucedió que los franjirrojos mostraron mayor pericia y la frustración volvió a acomodarse en las tristes gradas del estadio. Pareciera que un rayo había partido de cuajo los ánimos de la hinchada. Sin embargo, aquella noche sucedió algo excepcional. Algo que con la perspectiva del tiempo y el devenir de los acontecimientos iba a resultar fundamental para entender el cambio que ha experiementado la Real en los últimos tiempos. Ese día debutó en partido oficial Antoine Griezmann, un futbolista que llevaba desde los 13 años en Zubieta y sólo necesitó cuatro para traspasar la puerta que le condujera al primer equipo. Pasó sin llamar. Tiró la puerta abajo, literalmente. En la conferencia de prensa posterior al partido, el entrenador de la Real, Martín Lasarte, quiso esbozar un atisbo de esperanza lanzando una frase muy gruesa. “Antoine me recuerda en ciertas cosas a Fernando Morena”, se apresuró a decir.
En primer lugar, habría que recordar quién fue futbolísticamente Fernando Morena, jugador casualmente del Rayo Vallecano en la temporada 1979/80. Posteriormente fue miembro del Valencia que recién había conquistado la Recopa. Pero el uruguayo Morena es, ante todo, el goleador eterno de Peñarol. Cuando Lasarte mentó al gran ídolo aurinegro, consciente o inconscientemente ponía el listón muy alto. Le tenía una gran fe. Desde entonces, Griezmann ha ido dando pasos, algunos hacia atrás para luego arrancar con más fuerza; y, ahora, muestra una madurez futbolística que le permite colmar cualquier expectativa.
Su primer gol en competición oficial, ante el Huesca en Anoeta, anunciaba el carácter deshinibido y audaz del chico. No pestañeó a la hora de lanzar un zambombazo con la derecha que terminó dentro de la portería. Su aire desenfadado y osado en el campo sirvió como acicate a un equipo que llevaba tiempo encogido, por los infructuosos intentos de ascenso. Electricidad y aire fresco.
¿Y cómo es que un talento de este calibre aterrizara por estos lares? En Francia es motivo de reflexión. Quizá el que más lo haya sentido es el FC Metz, un clásico del norte de Francia. Volver a hacer una comparativa con un mito pudiera sonar contraproducente, pero lo cierto es que el conjunto granate ha tropezado dos veces con los mismos prejuicios: a principios de los 70 deshechó el fichaje de un chiquillo que atendía al nombre de Michel Platini, y treinta años después sucedía lo mismo con otro aprendiz de futbolista, más diminuto, de Macon. Ambos fueron rechazados por parámetros físicos. Algo que ha prevalecido en la mayoría de los centros de formación franceses en las dos últimas décadas; algo que intentó cambiar el anterior seleccionador francés, Laurent Blanc, amante de un fútbol de ataque dinámico y armonioso. Las tesis expuestas en una reunión privada del Comité Técnico Nacional trascendieron, provocando una gran polvareda en el fútbol hexagonal. Griezmann salió en defensa del entonces seleccionador, al sentirse reflejado en todo aquello.
El talento natural y la inteligencia innata para interpretar el juego caracterizan al chico que ya ocupa un lugar destacado en el escaparate futbolístico. Es el gran valor diferencial que tiene la Real. El error que cometió junto a otros compañeros de la selección sub’21 hace algo más de un año lejos de hundirle ha reforzado su espíritu de reconquista. Con el Mundial de Brasil en el horizonte. El club fue un punto de apoyo decisivo en sus peores días, cuando se cernían nubes muy negras sobre su presente y futuro internacional.
El seleccionador Didier Deschamps reconocía el pasado verano en el plató de Téléfoot en TF1 que, “…seguimos su evolución y lo tenemos muy en cuenta”. Su actuación en Gerland, en la previa de la Champions, resultó ser la tarjeta de presentación ante el gran público francés, que mayormente habían oído hablar de él. El golazo de chilena ante el Lyon no sólo quedó registrado en Francia. Dio la vuelta al mundo. Y todo lo que ha venido después hace que en las encuestas de cara al próximo compromiso internacional de Francia ante Holanda, en marzo, el público pida a gritos el estreno internacional del jugador de la Real.
Una fría y lluviosa noche de invierno en Anoeta dio para mucho. Desatado como un vendaval saltó al campo Antoine Griezmann. El futbolista efervescente.
Naxari Altuna (periodista) @naxaltuna