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Caminando por la vida

Caminando por la vida
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  Cuando el pasado sábado el defensa central Cédric Mongongu marcaba el tanto del empate provisional de la Repúlica Democrática del Congo ante Costa de Marfil en Kinshasa, entonces me acordé del joven Prince, de sus palabras unos pocos días antes: “Mi jugador favorito es Cédric Mongongu. Es defensa, como yo. Y juega en el Evian TG, en Francia”.  

 

   A Prince le gustaría algún día alcanzar las cotas deportivas de Mongongu, jugar en su equipo del alma, el TP Mazembe, ser internacional  y dar el salto a Europa. Al igual que Glody, centrocampista de altura. Él idolatra a Yaya Toure, un futbolista que comenzó como ellos: “por el placer de jugar”, apostilla el maestro Régis.

 

   Régis Laguesse es un antiguo futbolista francés que destacó en el Angers de la buena época, de cuando deleitaban al aficionado con fútbol de altos vuelos. “Teníamos en el equipo a Jean-Marc Guilllou, un auténtico fenómeno. De lo mejor que había entonces. Era muy técnico, rápido…”. Guillou hizo carrera como internacional y jugó al lado de Michel Platini en la selección francesa que disputó el Mundial de Argentina’78. “Es un visionario. Un entrenador único a nivel formativo. Es muy estrico y eso le ha acarreado problemas con sus responsables. Tiene un concepto del fútbol muy definido y no hay quien lo mueva”, añade su amigo y antiguo socio.

 

   Guillou y Laguesse se embarcaron hace unos años en una aventura que resultó muy exitosa en Costa de Marfil. Impulsaron la academia Mimosifcom en Abidjan, capital de Costa de Marfil, con el objetivo de formar futbolistas a partir de un método educativo ideado por Jean-Marc Guillou.  El fútbol era el motor de la idea, pero se trataba de algo más, de algo con un trasfondo social: dar salida a través del deporte a los jóvenes y dotarles de recursos para poder desarrollarse como personas. El resultado dejó atónito al planeta futbolístico. Los primeros sorprendidos fueron los marfileños; luego, la obra tendría una gran repercusión fuera de África. Porque los cimientos de la futura selección de Costa de Marfil se construyeron en la academia de Guillou y Laguesse. Hablamos de futbolistas como Kolo y Yaya Toure, Eboué, Boka, Zokora, Romaric, Gervinho, Bonaventure y Salomon Kalou, Dindane, Ya Konan

 

   El fuerte carácter de Guillou y sus discrepancias con los responsables del club ASEC Abidjan desembocaron en la marcha de los dos hombres que consolidaron el prestigio de la academia y alumbraron a una generación excepcional.  Guillou y Laguesse se marcharon a Bélgica, para hacerse cargo del Beveren, un histórico en bancarrota. Les siguieron muchos de los futbolistas que ellos formaron en la academia de Abidjan,  para formar un equipo con abrumadora mayoría de futbolistas marfileños en la Jupiler League, situación que provocó el enfado  del club africano. “Guillou es nuestro padre espiritual”, llegaría a decir años más tarde el defensa Kolo Toure,  consolidado como un jugador importante en la Premier League. Hubo quien les acusó de mercadeo. Pero, más allá de polémicas y pleitos, la experiencia resultó muy curiosa.  Ya en Europa, aquellos jóvenes futbolistas se encontraban ante los ojos de emisarios enviados por los clubes más ilustres del Viejo Continente. Yaya Toure era el futbolista más solicitado. Lo quería Arsène Wenger (amigo personal de Guillou y Laguesse) para el Arsenal, pero el menor de los hermanos Toure no podía conseguir el permiso de trabajo requerido para jugar en la Premier League al no cumplir con el mínimo de partidos internacionales exigidos por la competición. El futbolista terminaría marchándose a Ucrania. Allí le esperaba una oferta del Metallurg Donetsk. Y poco a poco iría creciendo, desde Olympiakos, pasando por el Monaco, FC Barcelona, hasta llegar al Manchester City. “Yaya Toure consiguió ganar la Champions con el Barcelona, pero mi mayor satisfacción como educador es verle convertido en embajador de UNICEF para África. Recuerdo cuando lo fuimos a buscar. Era flacucho, muy tímido, hablaba poco. El esfuerzo y su dedicación le han llevado a ser un ejemplo”... Incidía en ello Régis Laguesse el otro día ante sus pupilos Prince y Glody mientras clavaban su mirada en las montañas que les abrumaban por su belleza. Ello ocurría en un rincón de Euskal Herria, a miles de kilómetros de su casa.

 

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   Prince Kasongo (15 años) y Glody Likonza (16 años) son alumnos de la academia Katumbi de Lubumbashi, en la RD del Congo. Una ciudad que se encuentra al sureste del país, en la frontera con Zambia. Prince y Glody pertenecen a la segunda generación de la escuela formativa del TP Mazembe, el equipo más importante del país y uno de los más prestigiosos de África: campeón en varias ocasiones de la Champions africana, y el único equipo del continente en alcanzar la final del Mundial de clubes, en 2010 ante el Inter de Milán. El presidente del club (un acaudalado empresario congoleño) y gobernador de la provincia de Katanga, Moïse Katumbi, es quien da nombre a la incipiente academia. Régis Laguesse se hizo cargo de la misma hace dos años y trabaja con la metodología de su maestro, Jean-Marc Guillou. “La idea es crear algo parecido a lo que hicimos en Costa de Marfil. Estamos en otro país muy complejo. Es muy frustrante ver cómo vive la gente siendo uno de los lugares más ricos del mundo en recursos naturales. La educación es primordial para que los chicos sepan valorar el esfuerzo y aprendan a desenvolverse ante las situaciones que les vaya planteando la vida. En la puerta de la academia figura una frase de Nelson Mandela: “La educación es el derecho y el futuro de la juventud”.

 

   Régis, además de director de la academia y entrenador-educador, imparte clases de geografía a los alumnos de la Katumbi Football Academy. Hace varios meses planteó una idea al presidente del club para incentivar a los jóvenes futbolistas y completar su formación: se trataba de elegir a dos de los alumnos, en función de los méritos contraídos, para realizar un viaje por Europa. Pero no sería un viaje cualquiera. Planteaba una especie de peregrinación para inculcar los valores del esfuerzo y la voluntad a la hora de hacer frente a los retos de la vida, y del propio deporte. El proyecto consistía en completar una ruta de 1200 kilómetros a pie desde Angers (Loira francesa) a Madrid, con final de trayecto en el Santiago Bernabéu.

 

   El pasado mes de mayo presentaron la idea a los alumnos de la academia, con el itinerario detallado por etapas. El reto consistía en caminar 30-40 kilómetros diarios con un coche de apoyo que se encargaría de la logística: comida, utensilios de acampada, ropa, etc. Y llego la hora de la elección: cuando Prince y Glody escucharon sus nombres se pusieron de pie ante los aplausos de sus compañeros. Ellos fueron los elegidos, pero era el espíritu de la academia quien se embarcaría en la aventura. Todos estaban identificados con este proyecto, y otros que se pondrán en marcha en los próximos meses: como ascender al Mont Blanc o Kilimanjaro con otros alumnos. “África me ha enseñado muchas cosas. Valoro su fortaleza, la riqueza de su vida interior”, remarca el responsable de la academia Katumbi.

Adentrarse en un nuevo continente, contemplar otros paisajes, conocer gente, culturas diferentes… Era como un sueño para dos chicos que aspiran a ser futbolistas profesionales. Arrancaron en Angers el pasado 17 de septiembre y por el camino tuvieron el apoyo moral de Raymond Kopa, entre otros, el mítico futbolista del histórico Stade Reims y Real Madrid. Visitaron el majestuosochâteaux de Haillan, donde se encuentra el centro de entrenamiento y formación del FC Girondins de Bordeaux. Pudieron seguir las evoluciones del equipo profesional y ver cómo se preparan los jóvenes de las categorías inferiores. Revivieron la experiencia unos días después en Zubieta, en las instalaciones de la Real Sociedad. Y pudieron escuchar consejos de los profesionales que un día empezaron como ellos, pateando una pelota en la calle. “Nos ha impresionado el portero de la Real Sociedad (Eñaut Zubikarai)”, cuenta Prince. “Nos ha hablado de la vida, de cómo es la vida de un futbolista…”. Régis Laguesse, el profesor, destacaba a sus pupilos la vertiente humana del guardameta, el carácter humilde de un futbolista de élite. Y agradecía el calor de la gente que están encontrando a su paso: “La gente puede resultar simpática, te puede sonreír. Pero sentirte arropado es otra cosa. Está siendo una experiencia fantástica. La cabeza y el corazón están muy fuertes”.

 

 

 

   El día 22 del trayecto se les ha estropeado el coche de apoyo que manejan dos amigos jubilados de Régis. Mientras evacúan el auto para ser reparado, los peregrinos no descansan, siguen su camino hacia el alto de Lizarrusti. Están a punto de adentrarse en Nafarroa. Esa noche pernoctarán en Ataun, donde han parado para disfrutar del entorno. “Casas típicas de los pueblos pequeños del sur de Euskal Herria”, escuchan por boca de su entrenador Prince y Glody. A los chicos les ha fascinado el paisaje: verde, húmedo, silencioso. Es el primer día de lluvia en todo el camino y Régis comienza a notar el cansancio. Su calzado lo demuestra: combina una zapatilla y una sandalia en cada pie. El profesor abre paso y le siguen Prince y Glody, en este orden. “Subir estas montañas no es fácil pero si tienes voluntad y te lo propones no será tan difícil”, comenta Glody Likonza. Parece más tímido que su compañero Prince Kasonga, que porta una camiseta del TP Mazembe: “Hablamos de muchas cosas durante el camino. Sobre el fútbol y lo que hay que trabajar para mejorar todos los días”.

 

   Compartimos un vaso de leche caliente, un refresco de cola y café con los caminantes. Muchas preguntas sobre África desde la lejanía. Y respuestas sobre África desde sus propias entrañas: “Muchas familias piensan que sus hijos les van a solucionar la vida en un futuro. Nuestra labor es quitarles esa idea de la cabeza porque perjudica a los chicos. Ellos tienen que experimentar el placer por jugar. Sólo en la dificultad se progresa. Por eso les ponemos delante rivales complicados, porque ganar siempre 15-0 no es positivo”. Las palabras de Régis Laguesse recuerdan el mensaje que colgaba de la pared en la academia de Sol Beni que dirigió junto a Jean-Marc Guillou en Costa de Marfil. “Les enfants s’amusent” (Los niños se divierten), se podía leer en el muro. “Jean-Marc Guillou me decía un día que antes que el Barça, los chicos de la academia ya jugaban así. “Como los brasileños”. Y en la RD del Congo también hay mucho talento. Son gente de una tipología similar. Muy vivos. No como en Mali o Senegal, por ejemplo, que tienen un perfil más físico. Por eso practicamos un fútbol técnico.” Prince y Glody escuchan atentamente. Entonces Régis vuelve a incidir en la pasión, en el largo camino que tuvo que recorrer Yaya Toure para convertirse en el mejor futbolista de África.

 

   Al fondo se escucha la televisión. Una grave enfermedad que azota a varios puntos de África está de actualidad. El ébola llega a Europa y saltan todas las alarmas: “Ébola, curiosamente, es el nombre de un río de la RD del Congo. Se llama así la enfermedad porque el primer caso se produjo allí hace 40 años. La epidemia está localizada ahora en la zona de Liberia y Sierra Leona. Pero hay que decir que existen enfermedades en África que han causado y siguen causando miles de muertos, como la malaria, y de esto poca gente se preocupa”. De todo ello, y de mucho más, podrá hablar Régis con su hijo Raphäel a final de mes, cuando llegue a Madrid junto a Prince y Glody. Allí esperan celebrar el día 31 de octubre el cumpleaños de Raphäel Laguesse, responsable de la ONG Action contre la faim (Acción contra el hambre), que desde Madrid opera para el continente africano.

 

   Mongongu y Yaya Toure son el espejo de dos jóvenes, Prince y Glody, a quienes también ha alcanzado la globalización. El satélite les ha dado la oportunidad de seguir las evoluciones de los mejores equipos del mundo. Entonces, Prince habla de Thiago Silva como espejo global; Glody suspira por el juego de Xavi. Ellos trabajaron duro para llegar a la élite. En ese momento Régis Laguesse recuerda cuál fue el detonante de esta gran aventura de Angers a Madrid: “En uno de mis viajes a Francia leí en el periódico una noticia que me chocó mucho. Hablaban de la escapada en taxi a París de varios internacionales sub’21 desde Le Havre pocos días antes de disputar un partido clave para la Eurocopa. Entre aquellos futbolistas estaba Griezmann. Mi reflexión fue: “Algo se debe estar haciendo mal en la formación francesa si ocurren cosas como estas”. Aquello me empujó a involucrarme aún más con los jóvenes, para ahuyentar este tipo de peligros. Ellos ven a menudo por la tele cómo viven las grandes estrellas y yo les digo: “Para ello han trabajado 15 o 20 años con mucha dedicación”. Inculcar esos valores es nuestra gran responsabilidad”.

 

 

 

                                                                                 Naxari Altuna (periodista)  Image twitter: @naxaltuna



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