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Juego y real (3)

Juego y real (3)
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Image27 - Ago - 2015

 

La pelota estaba desorientada. Sabía cuál era la meta, dónde estaba situada, pero los caminos para alcanzarla atendían a un patrón muy confuso. Nada de armonía. Ante todo, cubrirse las espaldas y fijar la mirada lejos de la zona que marca “peligro inminente”.

 

   La Real había reforzado las líneas más alejadas entre sí para ganar consistencia defensiva y desequilibrio a partir de tres cuartos de campo. En los primeros pasos del nuevo curso presentaba dos vías abiertas para activar la ofensiva, a partir de las peinadas de Xabi Prieto y Jonathas; o contragolpe, partiendo de una recuperación más o menos alejada de la puerta rival. Cualquier otra intención resultaba infructuosa.

 

   Entre las primeras adquisiciones, Diego Reyes asoma para apuntalar la defensa, con capacidad para salir jugando; y dos atacantes nuevos se suman a la nada desdeñable nómina de delanteros que ya tenía la Real: Bruma y el anteriormente mencionado Jonathas. Pero el entrenador David Moyes quería más.

 

   El delantero islandés Alfred Finnbogason, principal fichaje del pasado ejercicio, terminó marchándose a préstamo al Olympiacos, campeón de la liga griega, equipo que veremos en la Copa de Europa. Finnbogason no terminó de cuajar, por diferentes circunstancias. Venía de un contexto de juego muy definido en el Heerenveen, bien estructurado a partir de la pelota, y quizá la indefinición que ha mostrado la Real en su juego le haya penalizado. Habrá que seguir su progresión en tierras helenas.

 

   La punta de lanza en la Real ha cambiado de forma sustancial. Jonathas es un delantero más poderoso, rompe muy bien al espacio y combina perfectamente. En el clásico 1-4-4-2 que plantea el entrenador, parece haber encontrado la pareja ideal para Carlos Vela. Se entendieron bien en su primera toma de contacto, tendieron puentes para llegar a la meta, y apuntan alto, si las circunstancias no lo evitan. Bruma, desde posiciones exteriores, intenta desequilibrar en carrera con su espíritu de aventura, contrastando con el socio del otro lado, Xabi Prieto,  más cerebral y pausado. Ambos asisten a los laterales en tareas defensivas, pero cuando la Real defiende por acumulación y muy atrás, la posibilidad de contragolpe tras recuperación resulta kilométrica.

El conjunto txuri-urdin a veces da la sensación de querer apretar arriba, pero las intenciones hasta la fecha han sido discontínuas y con poca convicción. El equipo termina haciéndose largo y corre el riesgo de partirse en el camino. Moyes buscaba, sobre todo, más determinación en ataque: velocidad y potencia. Por ahí parece ir bien servido con las nuevas incorporaciones. ¿Pero, y la manera de hacer llegar la pelota en condiciones a esos futbolistas? No sirve de coartada pensar que Bruma, Vela o Jonathas pueden definir un partido por sí solos, en una acción brillante. Hasta la fecha, cualquier propósito de elaboración ha desembocado en un tránsito pesado y nada claro. 

 

   Moyes llegó el pasado mes de noviembre a la Real. Recién acomodados los principales fichajes de la presente temporada en el once, el técnico mantiene la base del pasado ejercicio; pero curiosamente, a nivel de juego, pareciera que de poco sirvió el trabajo de la pasada temporada, desde el prisma de plantear una evolución en el tiempo. Sonaba y resonaba la coletilla de que el técnico había  heredado un equipo confeccionado por otra gente, y que con los fichajes iba a ser otra cosa. Una especie de nuevo comienzo. Y, de repente, en vísperas del arranque liguero, el técnico mete varias cargas de profundidad en conferencia de prensa: historias sobre quién ha fichado, objetivos del equipo, necesidad de nuevas contrataciones, etc.

 

   El míster seguía pidiendo. Quería un portero que hiciera competencia a Rulli, y aterriza Oier Olazabal procedente del Granada. Suspiraba por un centrocampista que diera mayor empaque a la zona ancha, y en esas llega la noticia bomba del verano: la Real recupera a Asier Illarramendi,dos años después de su marcha al Real Madrid. Vuelve con 25 años, tras haber conocido las luces y sombras del universo más selecto. Llegó al conjunto blanco luego de realizar una gran temporada en la Real (su primera como titular), y conquistar el europeo sub’21 junto a futbolistas como Iñigo Martínez, Thiago Alcántara, Koke o Isco. Illarra dejó mucho dinero en las arcas de la Real, pero también una sensación de desamparo entre sus compañeros. Por todo lo que suponía su presencia en el equipo. Era el futbolista que ordenaba las piezas de forma natural. Todo fluía a su alrededor: el punto de partida y apoyo permanente. Desahogaba, aligeraba el tránsito con toques rápidos, conduciendo cuando el juego lo requería. Ofrecía soluciones a sus compañeros. El criterio en sí mismo.

 

   Vuelven esas capacidades al servicio del equipo, y llegan como agua de mayo. Ahora se presume que habrá más fluidez y seguridad en el juego del equipo; la pelota discurrirá con otra alegría, y todo será más armonioso. Lo agradecerán los zagueros, y  futbolisas como Markel, Pardo, Zurutuza, Xabi Prieto, Granero, Canales, Agirretxe, Vela, Bruma o Jonathas. La mayoría de ellos emocionaron al personal cuando se juntaron sobre el verde hace tres temporadas.

 

   Illarramendi retorna con grandes expectativas y la máxima exigencia. Vuelve uno de los grandes estandartes de la cantera para revitalizar el equipo. El juego y sus socios le reclaman.

 

 

 

                                                                                                  Naxari Altuna  Image  @naxaltuna

  



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