Primero fue el plan de saneamiento, en los albores del Mundial’82. Había que limpiar las maltrechas cuentas y remozar los estadios para la Copa del Mundo. Luego, llegaría la Ley de Sociedades Anónimas, como panacea a tanto desmán. Pero el resultado es indignante: el fútbol español debe 4.000 millones de euros. En el horizonte asoman acreedores de todos los colores.
La Liga de Fútbol Profesional (LFP), ente que engloba a la patronal, está indignada con la decisión del cuerpo que aglutina a los principales actores del negocio, léase Asociación de Fútbolistas (AFE). A los rectores de los clubes les parece injustificable que los futbolistas convoquen una huelga.
La realidad es que muchos clubes de la Liga no podrían competir, por ejemplo, en Francia, ni en Alemania, tampoco en Inglaterra, por su irresponsable gestión. Hasta la fecha no ha existido ningún organismo que controle los balances de las instituciones futbolísticas, desequilibradas casi por defecto. Y nadie se hace responsable de ello. Un negocio de miles de millones, lleno de asesores e intermediarios, con futbolistas que bajo la manida frase de “la vida del deportista es muy corta”, se apresuran a buscar un aumento de sueldo al poco de renovar su contrato. Y todo por el furor que provocan cuatro goles oportunos, con la anuencia mediática. Evidentemente, no todos los futbolistas obran de la misma manera. Menos mal. Son unos cuántos, no pocos; una muestra de cómo se puede inflar un globo hasta límites insospechados. Dirigentes que ofrecen lo que no tienen; jugadores que piden cifras irreales; trasvases y comisiones a raudales: todo por un puñado de gloria. Las canteras quedaron relegadas, en una guerra de compraventa sin sentido para el propio fútbol. Polvo y lodo se mezclan, dando sentido al refrán. El problema es de la comunidad futbolística, no del fútbol. Porque el fútbol es otra cosa. Se habla de todo menos del juego, principal víctima del desaguisado. Porque, de repente, el corazón deja de palpitar, y los aficionados no saben a dónde mirar. Pero ojo. Otro tema para la reflexión: ¿Quién marca las pautas? Resulta que la emoción del minuto y resultado queda hecho trizas, porque el balompié se presenta más disperso que nunca. Ya no hay partido los domingos a las cinco. Habrá fútbol a casi todas horas, pero el domingo a las cinco no. Se cargan otro mito. Los aficionados tienen un elemento más de discordia. Nadie les consultó. En realidad pintan más bien poco. Pagan religiosamente, los “ideólogos” hacen con su dinero lo que quieren, pero nadie piensa en el sufrido hincha. Éste organizará el sábado o domingo de turno dependiendo del horario en el que juegue su equipo fetiche. Todo ello por un puñado de yuanes; principal moneda de China. La patronal busca generar nuevos ingresos en el lejano oriente, aunque, en un momento dado, puedan quedarse vacíos los estadios. Curiosa paradoja.Impagos (cuanto menor es la categoría más sangrante), fondos de inversión que asoman para financiar operaciones llamativas, jeques de mil y una noches, y la dichosa Ley Concursal: un resquicio legal para evitar responsabilidades. En Europa hay 25 clubes inmersos en el concurso de acreedores; 24 de ellos pertenecen a las ligas españolas . El único que es ajeno a la competición hispana es el Portsmouth. Su calamitosa situación económica desembocó en el descenso de categoría. Y la UEFA ya avisó la pasada temporada, excluyendo al Mallorca de la Europa League. ¿Se atreverá Platini con otros? Se viene el fair-play financiero y el fútbol español se encuentrá con las vergüenzas al aire. Los dirigentes tenían una vaca hermosa y la reventaron entre todos: porque ni podían ofrecer tanta leche ni los futbolistas podían chupar tanto. El resultado es obvio.
Llegados a este punto, sólo un cambio de mentalidad y criterio saneará verdaderamente el fútbol. Rectores rectos, y vectores correctos. Algunos pocos van espabilando, pero el problema es, básicamente, estructural. Una Liga alterada en medio del desequilibrio: duelos desiguales, ingresos agraviados, horarios dispersos, e hinchas olvidados. Y en esas habló Javier Tebas, antiguo vicepresidente de la LFP, abogado de profesión, refiriéndose al dinero A y B en los contratos de los futbolistas, actores contratados por los clubes que forman el entramado patronal. Poco después, otra carga de profundidad: el amaño de partidos. Habla del conocimiento de casos por parte del presidente de la AFE, Luis Rubiales. ¡Y lo dice un antiguo peso pesado de la patronal! Guerra en las cloacas.
¿Conocen la historia de la Democracia Corinthiana? Fue una forma nueva y diferente de organización. Muy célebre y revolucionaria a mediados de los ochenta. ¿Recuerdan al gran Sócrates? Era el alma mater del Corinthians. Apodado El Doctor, fue un centrocampista genuino, de clase mundial; un tipo muy cultivado. Era el símbolo de aquel Corinthians que, bajo la dirección deportiva de Atilson Monteiro Alves, instauró una nueva organización en el fútbol. Todas las decisiones del club se tomaban de forma consensuada, con participación de todos los agentes. Del primero al último. Cualquier tema, independientemente de su trascendencia, era discutido y deliberado en asamblea. Autogestión se llama a esa forma de funcionamiento democrático.
Eran años de dictadura en Brasil. Y la política del Corinthians sirvió como ejemplo social para reivindicar de forma colectiva derechos comunes. Las inquietudes de los futbolistas trascendían el terreno de juego. Sócrates y sus compañeros tomaron parte activa en la petición de elecciones directas para el país, utilizando su zamarra para tal reivindicación: “Direitas ja” rezaba en sus pechos floridos. Promovieron la participación popular. En 1983, bajo esa organización, el conjunto paulista salió campeón del brasileirao. Y ese mismo año Sócrates fue nombrado mejor jugador de Sudamérica. ¿Quién no lo recuerda en el Mundial de España? Junior, Cerezo, Falcao, Eder, Sócrates… Utopía futbolística.
Las cosas se pueden hacer de otra manera. Lo demostraron aquellos futbolistas del Corinthians. Visto lo visto, nada mejor que gestionar tus propios recursos. Ganan y pierden todos. Lo disfrutan y lo sufren todos. Pero en un mundo tan volátil y complejo como el fútbol, con tanto ego en plaza, difícil papeleta. El experimento del Corinthians, romántico y efectivo en funcionamiento y resultados, terminó por desvirtuarse, porque allí donde mete sus zarpas el ser humano, peligro.
Naxari Altuna (periodista)