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Sir Alex y el resto
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25 años después…
Llegó al Manchester United el 6 de noviembre de 1986. Y un cuarto de siglo después la tribuna principal de Old Trafford lleva su nombre. Es Alex Ferguson, mánager escocés, alma mater de los red devils. Sucesor con mayúsculas de la mejor tradición scottish en los banquillos de Inglaterra: Matt Busby, Bill Shankly y Alex Ferguson… Luego llegaron Kenny Dalglish y Paul Lambert, entre otros. Escocia presente en los banquillos: Scottish etiqueta negra.
Ferguson asomó por primera vez con el Aberdeen. El diminuto Gordon Strachan era su extensión en el campo. Juntos derrotaron al Real Madrid en la final de la Recopa en 1983. De rojo a rojo: el entrenador se hizo cargo del Manchester United en pleno desierto. Llevaba 27 años sin ganar la liga. Con Ferguson ha conquistado 12 campeonatos en 25 años; dos Copas de Europa, una Recopa… Así hasta que la hinchada desplegó una gran pancarta ayer en casa ante el Sunderland: “Un sueño imposible… 25 años con Alex Ferguson… El sueño hecho realidad”. Desde los tiempos del Capitán Maravillas, Bryan Robson, pasando por el Rey Midas Eric Cantona, sus ilustres canteranos (Giggs, Scholes, Beckham, Neville brother’s, Butt…), hasta el diablo Wayne Rooney. Alex Ferguson cambió el rumbo de la historia. Pero su equipo no vive un buen momento. Tiene el eje oxidado. Que Rooney juegue de medio centro habla de la necesidad de reforzar la zona. Con ese parche merma al mejor futbolista de su equipo.
El otro Manchester…
Semana redonda del City. Tras su exhibición en Old Trafford parece haber entrado en una nueva dimensión. Está por encima del resto en la Premier League. Por potencial individual, inicialmente, y ahora colectivo. Todo se ordena alrededor de David Silva, que domina el balón con la misma maestría que hipnotiza a sus rivales. El Kun Agüero se mueve con inteligencia, Edin Dzeko remata el trabajo, y Yaya Toure empuja cual pareja de bueyes. Ya ganan hasta en momentos de dificultad. El dinero ha concentrado a varios de los grandes futbolistas del mundo, capaces de variar el signo en momentos de gran complejidad. El QPR hizo un gran partido. El modesto conjunto londinense mostró al mundo cómo hay que salir a competir ante un equipo superior. Empezaron ganando, pudieron doblar la renta, luego fueron perdiendo, empataron y al final hincaron la rodilla con mucho orgullo (2-3). Nada que ver con el comportamiento de la Real la pasada semana ante el Madrid. Loftus Road, el campo del Queen’s Park Rangers, nos recuerda al entrañable Atotxa. Fútbol añejo con espíritu británico.
Rayos, truenos y centellas…
La leonera a mil revoluciones. Canto a la épica balompédica en San Mamés. El fútbol se escurrió por mor del intenso aguacero. Partido de trazo grueso, de aliento inquebrantable: ambiente de las islas en la Catedral, o simplemente de San Mamés. Athletic y FC Barcelona cumplieron con fidelidad su ideario. Nadie renunció al triunfo, y quizá por ello ninguno perdió. Se resbalaron los goles; los rojiblancos le miraron a los ojos al Barça, y el conjunto blaugrana agrandó su leyenda surcando la pelota por el Cantábrico. No cejó en su empuje. Y fue coherente hasta el último aliento.
El Madrid, convertido en trituradora, se retroalimenta con el Barça. El funcionamiento es mutuo. Cristiano demostró otra vez su pericia en el remate de cabeza. Y todo lo que le rodea adquiere una dimensión gigantesca. Con Sahin recuperado, Xabi Alonso gana un socio de primera clase.
Y la Real se pierde por el sumidero. En Vallecas llovieron goles en contra. Rayos, truenos y centellas completaron la tarde de la confirmación… La constatación de que nada marcha. Nada es reconocible: sin juego, ni determinación, ni temperamento… Y contratiempos por doquier (lesiones, expulsiones) que se ensañan con el más débil. El conjunto txuri-urdin es colista, y cada uno de los cuatro goles le desnudan. El comportamiento de la barrera en el cuarto gol resume el ánimo del grupo. Bajo mínimos.
Pizarro superstar…
Lleva toda la vida jugando en Alemania. Sus antepasados futbolísticos hicieron historia: Cubillas, Chumpitaz, Cueto, Uribe… Él es parte de una generación que no ha dado tanta gloria a Perú. Un buen día cruzó el charco y aterrizó en la Bundesliga. Ha marcado goles para el Bremen, Bayern, Chelsea y otra vez Bremen. Convertido en escudo del conjunto hanseático. Claudio Pizarro: goleador de raza, compulsivo e imprescindible. Marca todos los goles de su equipo; y si el Werder Bremen no convierte, es porque su artillero peruano no ha tenido un día inspirado. Ayer levantó un 0-2 ante el Colonia: tres goles que le encumbran a los cielos del Weserstadion. Pizarro es emblema del Bremen.
El futuro en Alemania se llama Marco Reus, delantero del Borussia Mönchengladbach. ¿Qué grande de Europa se lo llevará? Lo normal sería que fichara por el Bayern, porque el conjunto muniqués echa el guante a todos los jóvenes que desputan en la Bundesliga. Lucas Podolski no triunfó, pero una dupla de ataque Mario Gómez-Marco Reus no tendría precio. Con Thomas Müller, Toni Kroos, Frank Ribéry y Arjen Robben como compañeros de viaje. Casi nada.
Y el Dortmund vuelve por donde solía. Con Mario Götze y Shinji Kagawa al mando de las operaciones. Su paso en falso en septiembre y octubre compromete el futuro en la Copa de Europa, pero aún tiene opciones. El fútbol necesita al Borussia Dortmund.
Ibracadabra…
Sverige Petroleum. Auténtico recital de pases de Zlatan Ibrahimovic. Cuando sólo se dedica a jugar es un solista sin parangón. Pero cuando estira el cuello, se convierte en un ganso. Ayer un cisne deslumbró en el estanque de San Siro.
Antonio Di Natale: capocanoniere eterno. Monarca del Friuli, y ejemplo de incontinencia goleadora. Con los años se supera. Ya sólo le falta crecer.
Príncipe de las tinieblas…
Triste presente del AS Monaco, paradigma del buen fútbol. Arséne Wenger dirigió al equipo a finales de los 80 y principios de los 90. Por sus filas pasaron ilustres futbolistas, entonces y después: Ettori, Amorós, Hoddle, Hateley, Ramón Díaz, Scifo, Petit, Weah, Thuram, Klinsmann, Henry, Trezeguet… En 2004 disputó la final de la Copa de Europa ante el Oporto; siete años después es el colista de la Segunda división francesa. Ha ganado uno de los catorce partidos disputados. Desolador. Si el estadio Louis II era ya de por sí un recinto fantasmagórico, hoy no quedan más que los recuerdos de un equipo que maravillaba por su propuesta futbolística. Este verano ficharon a Ludovic Giuly, símbolo del último Monaco competitivo. Pero sólo ha servido para constatar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Le costará volver por sus fueros, al igual que al Nantes. Se les echa de menos.
Naxari Altuna (periodista) 