Eusebio Sacristán habla de fútbol. Nada más llegar esbozó su sensibilidad por el juego. En sus tiempos de futbolista acariciaba la pelota sobre el césped dando aire a la jugada. Lo hacía suavemente, con sigilo. Posteriormente, en el banquillo, los focos tampoco le han apuntado excesivamente. La modestia y discreción siempre fueron su tarjeta de visita. Nunca hizo ruido, ni se arrogó triunfo alguno. Rara vez copó algún titular, y quizá por eso tuvo que recordar en la presentación como entrenador de la Real sus casi dos décadas como futbolista profesional en Primera; sus temporadas como parte del cuerpo técnico del FC Barcelona en la etapa anterior a Guardiola; el comienzo de la reconstrucción del Celta en Segunda, y sus años en el segundo equipo del Barça. En el fútbol se etiqueta la experiencia de un entrenador de la misma forma que se prejuzga la edad de un futbolista, por “prematuro” o por “viejo”.
El conocimiento, la forma de transmitirlo y la capacidad de llegar al futbolista abren el camino: existe una idea concreta de juego, un método de trabajo para asimilar los conceptos y la prueba de campo. Esta llegará muy pronto para la Real, con la incertidumbre de empezar a medirse a los rivales por una vía diferente, nueva; compleja, seguramente.
Eusebio ha dejado claro estos días cuál es su idea de juego. Es lo que siente y ha intentado desarrollar en sus equipos. Dice que cuenta con la tipología de futbolista adecuada para intentar implementar el estilo que le gusta: jugadores de perfil técnico y asociativo. Aplicados en el trabajo diario.
La primera premisa, indispensable, es sacar la pelota limpia desde atrás para buscar superioridades. El portero es el primer eslabón de la cadena, muy importante en el inicio o continuidad de la jugada. Los centrales se abren y el mediocentro ayuda en la rampa de salida. Ahí se trabaja la primera ventaja ante el oponente. Es el punto de partida. Se precisan varios pases para mover al equipo rival y procurar ganar la espalda de las líneas de presión, buscando siempre llegar al jugador libre más alejado. Una mecánica de juego que implica muchas cosas: lectura de la situación, capacidad de ejecución, sentido colectivo, mucha práctica y determinación. Veremos hasta dónde cala la ortodoxia, porque el tren está en marcha y los plazos no son cómodos. El tiempo en estas circunstancias no resulta un aliado.
Una cultura de juego precisa de método y paciencia. Quizá vuelva a salir el famoso latiguillo, “… el físico…”, cuando se cuestione sobre aquello de la presión alta. Pero ese concepto no es el punto de partida, sino la consecuencia de haber llegado juntos y coordinados al momento donde se produce la pérdida del balón, en caso de producirse. Entonces llega la activación para recuperar la pelota, con la gente bien colocada para que los esfuerzos sean cortos, efectivos, y cercanos a la portería rival.
La teoría pasará desde ya a la práctica, ante el Sevilla, un rival de gran nivel competitivo. Lo teórico va impreso en papel, irá en las consignas y las tareas diarias, en el entrenamiento. Pero hay un rival delante, que condiciona el desarrollo de la puesta en escena. Ese es el gran reto de la Real: poner en práctica un modelo de juego diferente; evolucionar sobre la marcha. La empresa es de altura. Hay que creer y sentirlo.
Las referencias más cercanas de Eusebio Sacristán por estos pagos fueron sus últimas visitas a Mendizorrotza, Ipurua y el Sadar con el Barcelona B. Sus dos partidos ante el Deportivo Alavés sacaron lo mejor del equipo: una propuesta poco habitual en Segunda, que actualmente pueden seguir en cierta forma, y con matices, el Lugo, el Albacete y, quizá, el Elche.
En sus dos últimas visitas a Mendizorrotza, la mecánica de posesión y superioridad del Barcelona B, sobre todo en la primera mitad, resultó llamativa: con el mediocentro Sergi Samper como correa de transmisión (ese papel en la Real está destinano a Illarramendi), dos interiores muy dinámicos, amplitud y mucho juego interior.
La SD Eibar, la temporada del ascenso, le hizo sufrir en Ipurua. El Barcelona B saldría indemne por la soberbia actuación de su guardameta Masip. Aquel día el conjunto armero apretó al Barça B en la salida, y cada acción a balón parado fue una tortura. Esa temporada el equipo de Eusebio, una plantilla muy joven y de gran calidad, se clasificó en tercer lugar detrás de la SD Eibar y el Deportivo. El juego dio resultado.
Y Osasuna, el pasado ejercicio, se deshizo del Barcelona B en la primera jornada de Liga; un rival que se mostró muy débil ante el empuje de los navarros. Pero lo siguieron intentando. En ello radica la fortaleza de una propuesta. Siempre abierta a matices y recursos varios para poder evolucionar.
No se trata de una varita mágica para cambiar la realidad en un golpe de ingenio. El fútbol no espera. Ése es en mayor hándicap del juego. Comienza una aventura muy laboriosa.
Pdt. La experiencia es un grado. El conocimiento, la curiosidad y el atrevimiento suman tres grados. Que se lo pregunten a Guardiola o Sacchi cuando dieron el salto (salvando las distancias, claro). Lo preocupante son los cambios de método tan sustanciales en función del resultado.
Naxari Altuna (periodista) @naxaltuna