España, actual campeona de Europa y del Mundo, vive una curiosa contradicción. Una cosa es tener una brillante generación de futbolistas, que coinciden en el tiempo, con una idea futbolística implantada por un heterodoxo en Barcelona hace 23 años, y que con el tiempo ha terminado calando en técnicos que han recogido el guante. Ellos rompieron las cadenas y la vieja furia pasó a mejor vida. El talento se ha impuesto al régimen visceral, pero ahora el fútbol tiene una ardua tarea para poner el edificio en orden.
Todo el mundo mira a los resultados. Cuando se gana, cuando hay algo grande que celebrar, cuando desaparecen las penas, se olvida todo lo demás. Tradicionalmente el triunfo lo ha tapado todo; de la forma sólo se preocupaban los herejes. Ahora existe otra cultura; una cierta sensibilidad a la hora de repartir méritos. La gente disfruta con el fútbol, más allá de la victoria o la derrota. Uno se acuerda del discurso del viejo y entrañable Zdenek Zeman, el irreverente entrenador checo que ha vuelto al Foggia para intentar devolver la alegría a la gente. El fútbol no deja de ser un divertimento. España, la Liga española, ha alcanzado la excelencia futbolística, pero detrás del espectáculo, del comportamiento de los futbolistas, de la idea futbolística, hay una estructura organizativa ruinosa.
La Liga de Fútbol Profesional(LFP), patronal del fútbol español, ha salido a la escena pública estos últimos días para “defender los derechos de los clubes”. Utilizando un eufemismo de mal gusto, por los tiempos que corren y por quien lo dice, anuncian “cierre patronal” para el próximo fin de semana. Hablando en plata: no hay fútbol. Hace un par de meses, la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) planteó una huelga para reclamar derechos sistemáticamente incumplidos por la LFP: temas referentes al convenio colectivo. La Liga, con su presidente José Luis Astiazaran a la cabeza, invocó a todos los elementos naturales y no naturales para dejar en evidencia a los futbolistas, argumentando que: “¿cómo se atreven a plantear una huelga, con el perjuicio que ello provoca en el calendario, por falta de fechas?”. La patronal no se ha atrevido a utilizar el término huelga en su postura para reclamar “sus derechos”, y lo ha disfrazado con un tecnicismo cínico: cierre patronal.
Sin querer hacer demagogia; pero con la que está cayendo… Con la que está cayendo en el propio fútbol, por la irresponsabilidad de tantos dirigentes, ávidos de un puñado de gloria y faltos de toda responsabilidad y pudor. Resulta que la Liga reclama que no se den partidos en abierto. Con ello obtendría más tajada, a repartir de forma desigual, con beneficio siempre para los poderosos. El otro día escuché al señor Astiazaran decir que: “si queremos tener los mejores jugadores…”. Se refería a esos grandes fichajes que han desestabilizado muchos presupuestos, convirtiendo a los clubes en cráteres sin solución. Nunca ha habido control.
¿Cuál es la deuda del Real Madrid? Qué pasivo tiene el FC Barcelona? Les recuerdo que el Valencia tiene su estadio a medio camino, parado (en parada técnica, puestos a utilizar eufemismos), con el aliento de los bancos en la nuca. ¿Hablamos de la deuda de equipos como el Atlético de Madrid, Zaragoza, Deportivo, Mallorca, Espanyol…? Qué hará el Hércules, si baja a Segunda, con las fichas de Trezeguet, Valdez y compañía. ¿Quién pagará todo eso?
Desde hace algunos años está de actualidad la famosa Ley Concursal (Concurso de Acreedores). Pasan dirigentes por los clubes sin ningún tipo de responsabilidad en lo referente a su gestión. Todos quieren ganar, competir de igual a igual, hasta que la realidad termina por explotar un globo hinchado por aires de grandeza. Entren a analizar la situación de la Segunda y la Segunda B. Una auténtica ruina. Los futbolistas del Rayo (líder de la categoría) no cobran. Hay quien tiene las espaldas cubiertas tras un largo paso por Primera, casos de Movilla o Míchel, pero la mayoría está en el momento más álgido de sus carrera, procedentes de otros equipos de la categoría o de la Segunda B. Los futbolistas del Betis llevan toda la temporada en vilo. Ambos clubes están inmersos en la Ley Concursal, como tantos y tantos de la categoría.
Y si hablamos de Segunda B, el terror se cierne sobre el fútbol que abandera éste deporte a nivel planetario sobre el terreno de juego, porque si de gestión hablamos, es una auténtica ruina.
La semilla que ha dado sus frutos tiene forma de tulipán. Ahí nace el éxito y así se desarrolló la nueva cultura futbolística. Antes, la Quinta del Buitre (un oásis en medio de la furia) tuvo que pelear contra las viejas costumbres. El fútbol, digamos el juego, avanzó hacia tierras desconocidas, fértiles, ajeno a los despachos. Ahí el fútbol tiene un problema muy grave.
El próximo fin de semana, finalmente, habrá fútbol. Si no lo hubiera, nada pasaría, desde el punto de vista del aficionado. Porque hablamos de un divertimento. Pero sí pasa, y mucho, en el fútbol. Nada tiene que ver con las reivindicaciones de la LFP. Que comiencen a controlar la gestión de los clubes, poniendo rigor en los presupuestos, y tomen medidas con los que no cumplen. Que bajen al vestuario y miren a los ojos a los futbolistas. Comenzando por Vallecas. El fútbol no está en los palcos.
Naxari Altuna (periodista)