Un ligero temblor recorre las arterias de Madrid y Barcelona. Ambos se ven dirimiendo el pase a la final de Wembley en una hipotética semifinal. Pero para ello tienen que superar una barrera. ¿Fácil? Difícil? Son unos cuartos de final de la Copa de Europa. A estas alturas nada es sencillo, pero después de seguir la competición al dedillo, y con el desarrollo de los octavos en la retina, se antoja probable un Madrid-Barça en semifinales. Ambos jugarán contra las dos grandes novedades del torneo a estas alturas: Tottenham Hotspur y Shakhtar Donetsk. Dos equipos muy buenos, frescos, atrevidos, y con ambiente de altura.
Por otra parte, veremos un Chelsea – Manchester United fratricida. Ninguno de los dos está ahora mismo en su mejor momento. Pero será un gran placer ver la reedición de la final de 2008 a doble partido. Y, finalmente, un Inter – Schalke 04 que parece gris, de apariencia indigesta, pero apasionante también. Se juegan los cuartos…
Real Madrid – Tottenham Hotspur
El equipo londinense quiere instalarse en el big-four de la Premier League de forma estable y disfrutar con mayor asiduidad de la Copa de Europa. Es un club en crecimiento. Tras una larga travesía por el desierto, después de los grandes momentos vividos en los años 60 y 80, el entrañable equipo de White Hart Lane se encuentra en el lugar central del escaparate futbolístico continental. Recuerdo, hace muchos años, una eliminatoria de la Copa de la UEFA entre estos dos equipos. El Madrid acudía a la callejuela del ciervo blanco con la necesidad de ganar a un equipo imbatido en casa desde tiempos inmemoriales. Y ganó con un gol de Míchel.
El Tottenham siempre ha sido un equipo con futbolistas muy distinguidos; pionero en tantas cosas. Fichó, en su día, a los primeros argentinos en la historia de la Liga inglesa: Osvaldo Ardiles y Ricardo Villa. Tuvo en sus filas a jugadores de la talla de Gary Lineker, Glenn Hoddle y Chris Waddle, muy lejos del arquetipo inglés. Durante años contó como capitán con Gary Mabbut, un ejemplo de superación (padecía diabetes), y más tarde llegaría Paul Gascoigne.
Hoy, la sensación indiscutible se llama Gareth Bale, un purasangre con la pelota pegada a su bota izquierda. Llega a punto a la cita más importante de su carrera, hasta la fecha, con un repertorio espectacular. Su irrupción en la competición ha dejado en un segundo plano a uno de los grandes centrocampistas del momento: Luka Modric. El croata es una delicia de futbolista. Un oasis de claridad. Tiene mucho fútbol en sus botas. Con la necesidad que tiene Xabi Alonso de tener un acompañante en la zona ancha con su misma sensibilidad, quizá el Madrid termine echándole los tejos al menudo Modric. Este futbolista encajaría perfectamente en el FC Barcelona.
Modric tiene como socio preferente a Rafael Van der Vaart, el zurdo desaprovechado en Madrid. Una gran pareja para desarmar cualquier entramado defensivo. Por la derecha actúa Aaron Lennon, una centella diminuta. El míster, Harry Redknapp, a buen seguro, revestirá la línea media para hacer frente al Madrid, colocando un solo punta. Puede ser el espárrago Peter Crouch; puede ser el raudo Jermaine Defoe; menos probabilidades para el ruso Roman Pavlyuchenko. Es la gran oportunidad de los Spurs.
FC Barcelona – Shakhtar Donetsk
Pep Guardiola no quería enfrentarse al campeón de Ucrania. Tenía varias razones. Los antecedentes no son demasiado gratificantes. Hace varias temporadas se enfrentaron en la fase de grupos. En Donetsk ganó el Barça, en un partido complicadísimo, y trifulca final entre el propio Guardiola y el entrenador del Shakhtar, Mircea Lucescu. El técnico rumano acusaba al conjunto blaugrana de no haber tirado el balón fuera, cuando uno de sus jugadores estaba dañado en el suelo. Messi marcó en aquella jugada, mientras Lucescu gritaba: “Vergogna”.
En la vuelta, con los culés ya en octavos, el Shakhtar ganó en el Camp Nou por 2-3. Y hace dos años se vieron las caras en la final de la Supercopa de Europa, donde el FC Barcelona ganó en la prórroga, con un gol de Pedro.
Las últimas experiencias del equipo de Guardiola en tierras del este no han sido demasiado satisfactorias. Pero más allá de los precedentes y las historias pretéritas, lo que le preocupa al entrenador del FC Barcelona es el presente del equipo ucraniano. Es un gran equipo. Quizá el más fresco y jovial de la competición, por su condición de sorpresa agradable, por su propuesta futbolística cimentada en la continuidad, y porque presenta una mezcla muy particular.
La mitad son espartanos del este; la otra porción es brasileña. Una mezcla explosiva. Tiene una defensa muy complementaria, con dos magníficos centrales (Chygrinsky a la cabeza), y una pareja de laterales de ida y vuelta. Mención especial merece el futbolista del flanco derecho. Se trata del capitán Darijo Srena. Internacional croata. El Barça le estuvo siguiendo durante mucho tiempo. Recaló hace ocho temporadas en el Shakhtar y es el santo y seña de este equipo. Un futbolista muy profundo, resistente y con dotes para el disparo. El lateral zurdo Rat también es digno de resaltar.
Los medios centros son aplicados. Siempre orientados a tareas de apoyo y contención. Hübschman y Mhkitarian siempre acuden al rescate. También suelen jugar Fernandinho o Gai. El brasileño acaba de salir de una larga lesión. A partir de ahí, cuatro brasileiros de postín. En las bandas, a pierna cambiada, juegan Douglas Costa por la derecha y Willian en la izquierda. Por el centro dirige las operaciones Jadson, un futbolista exquisito; él pone el toque de distinción. Acaba de debutar con Brasil. Y en punta Luiz Adriano, un delantero muy completo, móvil, que sirve como percha: certero. Hay que añadir dos compatriotas más a este elenco de virtuosos: Teixeira, jugador de banda derecha, y el otro goleador, Eduardo Da Silva (jugó en el Arsenal).
Todos ellos dirigidos por el incombustible Mircea Lucescu, con amplia experiencia en el fútbol italiano y turco. Ha conseguido terminar con el eterno reinado del Dymano Kyiv, gracias a su paciente trabajo, dotado de las mejores herramientas. No en vano, el dueño del Shakhtar es un multibillonario -Rinat Akhmetov-, cuyo último capricho ha sido construír un estadio espectacular; una especie de Camp Nou en miniatura, de nombre Donbass Arena. Shakhtar (mineros) en ucraniano, honra a los trabajadores de la provincia de Donbass, rica en carbón.
Chelsea – Manchester United
Con aquella final de Moscú en la retina; el gol de cabeza de Cristiano, el empate de Terry, la sensación de que el título se iría a Londres, el suspense de la prórroga, y la fatítica tanda de penaltis. El resbalón del capitán John Terry en el lanzamiento definitivo es la imagen que simboliza aquel partido. Este duelo se ha convertido en el clásico de la última década en Inglaterra. No es, de ninguna manera, el duelo histórico de las islas. El United resucitó en los albores de los noventa de la mano de Alex Ferguson y el Chelsea consiguió salir del anonimato a principios del siglo XXI, gracias a la pujanza económica de Roman Abramovich. El conjunto londinense vive una etapa complicada. La Copa de Europa es su única posibilidad de conseguir un título en la presente temporada. Comenzó el ejercicio como un ciclón, pero en noviembre se le fundieron los plomos. Desde entonces anda a trompicones, sin opciones prácticamente para revalidar el título de Liga, y con muchas dudas en su juego. Físicamente ya no es aquel equipo exuberante que ganaba por aplastamiento. Y con el reciente fichaje de Fernando Torres se ha abierto un debate dañino para el equipo, al contar con dos torres gemelas de primer orden. ¿Torres o Drogba? O quizá los dos juntos?. Esa última opción es políticamente correcta, pero la menos conveniente para el funcionamiento del equipo. Es un problema tener a cualquiera de los dos sentado en el banquillo, sobre todo a Torres, el fichaje más caro de la historia del club, y que aún no ha marcado. Hay impaciencia en Stamford Bridge. El Chelsea no juega bien.
El Manchester United tiene muchos lesionados. Lleva varias semanas con dificultades, y le crean más ocasiones de las recomendables. Rio Ferdinand quizá haya dicho adiós a la temporada. Atrás se resiente el equipo de Ferguson. Y su verdadero peligro reside arriba, con el inevitable Wayne Rooney, el diez, y el sobresaliente Chicharito Hernández. ¡Vaya delantero! Partido 100% british, en un año donde parece que los británicos han perdido pujanza.
Inter – Schalke 04
Quería hacer una breve reflexión sobre el estado actual del fútbol italiano. Viendo la eliminatoria de octavos, que el Inter siga vivo en la competición es una especie de milagro. El vigente campeón puede seguir defendiendo su corona, pero más allá de esta circunstancia, tiene la responsabilidad de defender el maltrecho pabellón italiano. El fútbol transalpino atraviesa un momento delicado. Estructuralmente se ha quedado caduco, las innovaciones parecen no tener cabida en el calcio, con equipos muy mayores, plantillas desequilibradas en muchos casos y sin demasiada esperanza para los jóvenes valores. El Milan ha encallado, la Juventus difícilmente jugará competición europea la próxima temporada, la Roma ha salido de la Copa de Europa de forma indecorosa, y el Inter, con el equipo tomado con alfileres, sobrevive gracias al empuje y el talento descomunal de Samuel Eto’o. Además, en los cuartos de final de la Europa League no hay ningún equipo italiano.
El peso de la historia y los mejores futbolistas deben hacer desequilibrar la balanza en esta eliminatoria a favor del equipo nerazzurro. Pero el precedente no es halagüeño para la squadra lombarda. En 1997 se enfrentaron en la final de la Copa de la UEFA, a doble partido. La vuelta se disputó en el Giuseppe Meazza. El título se dilucidó en la tanda de penaltis, con el último y definitivo lanzamiento del belga Marc Wilmots, disparo certero que dio el título europeo al equipo de Gelsenkirchen. Con aquella final en el recuerdo, Raúl intentará otra proeza. El Schalke 04 tiene muy poco fútbol, pero mucho corazón, y con Raúl de por medio… Felix Magath ya no dirige a los alemanes.
Naxari Altuna (periodista)