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Doutor da bola

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3 Comentarios - 1/52/53/54/55/5 - 3 / 7

socratesAsí le cantaba a Sócrates el compositor Loureiro Junior: “Doutor da bola…”. Cuando saltaba al campo con la cinta blanca circundando su cerebro lúcido y sensible, proclamando igualdad y justicia para las gentes. Brazo derecho en alto, era el símbolo del azote contra regímenes militares, intereses personalistas e injusticias sociales.

 

 

   Ayer, en el estadio Pacaembú de Sao Paulo, donde Sócrates fue, es y seguirá siendo venerado por las gentes del Corinthians, su equipo del alma levantaba el Brasileirao por quinta vez en su historia. Pero, esta vez, alzaba a los cuatro vientos algo más que un trofeo: el brazo derecho del pueblo corinthiano se erigía en estandarte eterno, rindiendo tributo a su ser más querido. El puño cerrado mostraba una firmeza conmovedora, guardando entre los dedos como un tesoro la esencia de aquel futbolista de porte esbelto, entre desgarbado y acompasado, hijo del romanticismo más puro.

 

   Aquella tarde de 1983, Corinthians se jugaba el título paulista ante el Sao Paulo. El compromiso que habían adquirido los componentes del club corinthiano iba más allá del resultado. La idea de un mundo mejor no podía estar en manos de un resultado; de una victoria o una derrota. Y tuvieron una idea que trascendió lo efímero, convirtiéndolo en valor universal. Los futbolistas del Corinthians saltaron al campo portando una pancarta donde se leía: “Ganhar ou perder, mas sempre com democracia”.

 

Sócratesy sus compañeros desarrollaron un sistema autogestionario basado en la democracia participativa dentro de un club profesional. El hecho no tenía precedentes. Brasil sufría los rigores de la dictadura militar y la iniciativa del Corinthians fue una forma de rebelarse contra la imposición. Pero aquello traspasó el ámbito del club, y la naturaleza comprometida de aquellos futbolistas alcanzaría a la sociedad civil.

 

 

   Se acercaban las elecciones para elegir al gobernador del estado de Sao Paulo, y sabedores de la importancia de participar en los comicios, aquellos futbolistas portaron un mensaje para incentivar el voto de los ciudadanos: “Dia 15, vote”, decía. Además, al presidente del gobierno no lo elegía directamente el pueblo; lo hacía el Parlamento. Y el Corinthians impulsó una petición popular participativa a la hora de decidir: “Direitas-ja”, proclamaban sus camisetas, y “Quero votar para presidente”, decía otra de las proclamas.

 

   Las decisiones en el Corinthians eran consensuadas entre todos los estamentos del club: contrataciones, presupuestos, viajes, concentraciones… Desde el presidente hasta el último empleado de la institución, cada voto tenía el mismo valor. Aquella forma de vida fue bautizada como Democracia Corinthiana. La idea fue germinando en el club con la llegada a la dirección deportiva de Atilson Monteiro Alves, un sociólogo cuya vida giraba en torno a una pelota. El Corinthians atravesaba una fuerte crisis institucional, en lo deportivo y económico, y de repente la vida del club cambió radicalmente. Corría el año 1982. El equipo paulista ganó los dos siguientes campeonatos de su Estado, y las arcas del club se fueron saneando.

 

   Sócrates deslumbraba en el campo por su elegancia, y aprovechó la influencia de su personalidad para intentar construir un mundo más justo; en un país donde el fútbol es el paisaje mismo y la pobreza anida en las aceras. Con su cinta blanca en la frente, alentando la participación ciudadana en las causas socio-políticas.

 

   Y aquel verano aterrizó en España, liderando un equipo legendario. Que no fue campeón. Pero ellos consiguieron algo más importante: ingresar de forma natural en el imaginario colectivo, como Hungría en los 50, Holanda y Polonia en los 70, y Francia en los primeros 80. Equipos que perdieron en el campo pero conquistaron a la gente, por aclamación popular. Ésa es la grandeza del fútbol, la justicia poética que vivía en Sócrates.

 

   Él no necesita armar el taco. Le sale de forma instintiva. Le salía en Corinthians, con Brasil, y ahora también, cuando levante la vista y encuentre a su derecha a Garrincha. Sócrates acariciaba el balón con el mismo mimo que trataba a l@s niñ@s en su consulta como pediatra. Llegará 2014, Brasil abrazará el Mundial, y los dirigentes querrán ocultar las cosas que no quieren enseñar al mundo; desigualdades que se trasladan a las favelas. Entonces Sócrates volverá a armar el taco, porque su conciencia es imperecedera. Y con él asomarán Junior, Cerezo, Falcao, Eder, Zico y Leandro para recordarnos que para ganar en la vida no hace falta marcar más goles que el rival.

 

 

                                                                                 Naxari Altuna (periodosta) @naxaltuna  naxari altuna



COMENTARIOS

Paolo Rossi
06/12/11 07:51PM

Grande Brasil 82, muy grande SOCRATES, enhorabuena Rolon. Gran artìculo Naxari


Altobelli
06/12/11 05:37PM

Dignidad longilinea. Puño alzado. Fútbol contestatario... Gran homenaje Nax!!


Rolon
05/12/11 07:39PM

Ayer fue un día grande. Mi Boca salió campeón, pero me pesó tanto la muerte de Sócrates que miré hacia el balcón de Maradona en la Bombonera y me imaginé a Sócrates jugandolá de taco con el Diego. Era en Ché del fútbol, ché!!!


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