Bela Guttman fue un entrenador húngaro que alcanzó la cúspide entre los años 50-60. Llegó a la cima en Portugal haciendo campeón de Europa al SL Benfica. Tras la marcha de Guttman, el conjunto encarnado no volvió a ganar el máximo cetro continental, ¡Y ha jugado varias finales desde entonces! El técnico magiar no se marchó de forma amistosa, más bien todo lo contrario, y lanzó una profecía que pasados los años se está cumpliendo: “El Benfica jamás volverá a ganar la Copa de Europa”.
Ayer escuché unas declaraciones de Bernd Schuster cuando era entrenador del Real Madrid, en las que se refería a la imposibilidad de ganar al FC Barcelona en el Camp Nou. Aquellas palabras fueron la espoleta definitiva para su despido del conjunto blanco. El tiempo parece haberle dado la razón, y sus palabras van adquiriendo trazo de profecía. Son historias curiosas de los grandes equipos que guarda con celo el gran libro del balompié.
Llegó Juande Ramos, y en su visita al Estadi blaugrana ordenó a sus hombres montar una trinchera alrededor de su campo. Al final, cavaron tan hondo que terminaron cayendo al fondo del agujero. El Real Madrid ha sucumbido desde entonces ante el Barça; cuestión de estilo y poderío.
Pasaron Bernd Schuster, Juande Ramos, Manuel Pellegrini y ha llegado Jose Mourinho. Cada cuál con su libreta en blanco, con un estilo diferente (el suyo propio); y una obsesión: derrocar a la tropa de Pep Guardiola. Jose Mourinho, a diferencia de sus antecesores más cercanos en el tiempo, maneja los hilos dialécticos con suma sabiduría. Abona el terreno y blinda su inmaculada libreta con grandes sentencias. Desde el primer día lleva pidiendo tiempo (algo lógico). La urgencia de los resultados (el juego es otra cosa) ha hecho hervir las alubias blancas con más fuerza y rapidez de lo recomendable. El Madrid se abonó al Fast-foot por la necesidad de aplastar a la infantería coral de Pep Guardiola, de forma vertiginosa. No hay tiempo. Ya lo dijo Jorge Valdano un día, y lo ha repetido muchas veces: “En el Real Madrid no cabe el tiempo. Urgen los resultados inmediatos”.
Quién le iba a decir a Johan Cruyff hace 22 años que su vuelta a Barcelona iba a servir para poner la semilla de todo lo que está sucediendo ahora. Porque Pep enseguida rememoró el pasado lunes las raíces de esta obra maestra, a modo de tributo. Todo es tan diferente entre los dos gigantes que cualquier frase antagónica sirve para ilustrar los momentos y las situaciones. Podría decirse, entre otras cosas, que el Barça (Guardiola) juega para ganar, y que el Madrid (Mourinho) vive para ganar. Cuando pierde el FC Barcelona no se apagan las luces del camino; cuando lo hace el Real Madrid todo suena a cataclismo. Las bases no son las mismas (hablamos de solidez, de poso, de ideario).
Veintidós años de ventaja es un mundo. La flor fue creciendo, con periodos de mayor o menor fertilidad, pero con la mirada fija en un objetivo claro: tejer puentes con armonía, y a partir de ahí buscar la victoria. El azar, las ínfulas, no tienen cabida en el jardín.
El Madrid tiene todo el tiempo del mundo, todo el que quiera, para sentar una base sólida con la que acometer el futuro, más allá de la obsesión coyuntural de destronar al FC Barcelona. El poder económico es una quimera cuando el tiempo no existe; y mientras tanto, el eterno rival sigue agrandando su leyenda, con sentido de presente y futuro.
El FC Barcelona te guiña el ojo cada vez que juega. Si te gusta, caes en sus brazos irremediablemente; si no te satisface, seguramente no sea por cuestión de estilo. Un ojo es azul: el de Xavi; el otro grana: de Iniesta. Y todos miran por esa atalaya panorámica: juego posicional definido, juego interior sublime, banda ancha, y remate de obra perfecto. Las alubias blancas se cocinaron a fuego lento en el Camp Nou, con paciencia y buena mano. La textura del segundo plato (gol) anunciaba banquete: ¡Todos a la mesa! Se oyó en el Estadi. Y algun@ se aventuró a levantar la copa antes del brindis final. Un banquete real.
Pdt. El otro día escuché al Director deportivo del Barça, Andoni Zubizarreta, decir que ellos sólo saben jugar al ataque. Es su esencia; lo que salta a la vista. Pero si en algo es superior a todos el conjunto blaugrana, es en su capacidad defensiva, su disposición a recuperar la pelota de forma colectiva. A partir de ahí llega todo lo demás (que es estratosférico).
Naxari Altuna (periodista)
Ona Naxari, oso ona. Delicia!!!
ederra naxari, asteroko editorial moduan irakurtzen dut eta beti badu sorpresarik. liburua idatzi beharko dek kontatzen dekena eta kontatu ez dekena, hor ere ziur mamia dagoela.
NO WORDS THANKS